viernes, 22 noviembre, 2024

El precio de la carne presiona sobre la inflación y puede poner en riesgo el plan de Luis Caputo

El precio de la carne, que durante todo el año mostró una calma a tono con la caída del consumo, amenaza con transformarse en un dolor de cabeza para los consumidores y también para el Gobierno, si en las próximas semanas se confirma el movimiento de las últimas jornadas.

Las carnicerías de barrio y los supermercados están recibiendo las medias res con ajustes de entre 4% y 7% -dependiendo las zonas y el tamaño del comercio-, un incremento que desborda lo visto en cualquiera de las semanas anteriores.

Algunos expertos y protagonistas del mercado creen que se trata de una carrera alcista típica en esta parte del año, que ya está próxima a las Fiestas.

Andrés Costamagna, consultor y directivo de la Rural, dijo a iProfesional que los precios se acomodarán un 20% hacia arriba en las próximas semanas, de cara a las Fiestas de fin de año.

Los factores que impulsan la suba en el precio de la carne

La evolución del consumo no es ajena a la trayectoria de los precios. Si bien las ventas se encuentran 11% por debajo de hace un año -en 47 kilos por persona/año- se trata de un nivel que se ha recuperado desde el pozo de febrero último.

En los últimos meses, el consumo de las familias recuperó parte de lo perdido tras la devaluación de diciembre del año pasado.

Las ventas mejoraron 19% desde mitad de año. De los 39,5 kilos por persona/año pasó a los mencionados 47 kilos por persona/año.

A este contexto hay que añadirle dos variables adicionales:

  • La fuerte suba de las exportaciones de carne, sobre todo a China.
  • Las últimas lluvias juegan como un incentivo para los productores ganaderos, que prefieren retener a las cabezas antes que ofrecerlas en el mercado, a la espera de sacarles una mayor rentabilidad.

Desde el sector también señalan que los precios están «retrasados». Para tener una idea, el precio del asado se incrementó apenas el 38,3% en lo que va del año: de $5.200 a $7.190. Otros cortes populares -como la carne picada- ajustaron un 56,5%. El cuadril lo hizo en un 47,3%, siempre según el INDEC.

Contra una inflación de los alimentos que acumuló 90,9% en lo que va del año, y un índice de precios (IPC) que lo hizo en un 107%, la suba del precio de la carne se quedó bien por detrás del resto.

El valor de los novillos y novillitos en el mercado de Cañuelas viene, incluso, por debajo de todos estos aumentos. El «índice Novillo» ajustó apenas el 33% en las operaciones de compra-venta mayoristas de ganado en pie.

Ahora, apuntan los expertos del mercado y también los supermercadistas, parece lógico que en la cadena del sector -desde los ganaderos hasta los frigoríficos- empujen una recomposición de los valores.

La incipiente recuperación de las ventas en las carnicerías y en los supermercados le dan plafón a este reacomodamiento de los precios.

Luis Caputo mira de reojo

Las principales consultoras económicas que monitorean los precios en forma semanal ya detectaron un movimiento. Eco Go precisó que en las últimas dos semanas, el precio de la carne se incrementó 1,3% en promedio.

Los movimientos en los precios se producen en momentos en que Luis Caputo se fijó un objetivo de cerrar el año con una inflación a la baja. No más allá del 3%.

Un ajuste fuerte en la carne podría detonar esa meta. Por eso mismo, el ministro sigue de cerca las movidas en el mercado.

Javier Milei y Caputo necesitan que la inflación del último bimestre se mantenga en línea con lo visto en octubre. Que el índice de precios comience con «2». Ese resultado les permitiría dar el próximo paso: una reducción a la mitad de la devaluación mensual -del 2% al 1% mensual-, para darle un envión adicional a la desinflación.

No es una tarea fácil. El fin de año suele estar marcado por las presiones inflacionarias, lo mismo que el inicio de cada año, por una cuestión estrictamente estacional: las Fiestas y las vacaciones de verano.

Sin embargo, la premura de Caputo tiene que ver con la vitalidad del propio programa económico: lograr una baja sensible de la inflación que permita sostener un tipo de cambio que, para gran parte del gremio de economistas profesionales, se encuentra atrasado en términos históricos.

Y que, encima, se sostiene con un cepo cambiario que le pone restricciones al ingreso de inversiones en la economía real.

Por eso es que la Casa Rosada se juega en esta ruta inflacionaria más que una simple pulseada con los economistas de la City. Hoy en día luce prioritario que, junto con las cuentas públicas ordenadas, se note que los precios se alinean con un país que va organizando su economía hacia el crecimiento sostenible.

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