Parecen casos aislados, pero empiezan a preocupar a empresas e inversores minoristas por igual. Los recientes defaults de deudas corporativas en el mercado encienden una luz de alerta para el potencial financiamiento de empresas en el mercado y preocupan a los inversores que decidieron comprar obligaciones negociables en dólares en los últimos dos años. Esta semana, Petrolera Aconcagua anunció que no pagará los intereses de un bono en dólares y llamó a los inversores a una reestructuración; mientras que la cítrica San Miguel informó que utilizará capital propio de sus accionistas principales para poder hacer frente a otro compromiso financiero.
Estas historias se suman los defaults de Los Grobo, Agrofina y Surcos durante 2024 y la cesación de pagos de las empresas del grupo Albanesi (la más importante es GEMSA) y Celulosa Argentina, del empresario José Urtubey en los primeros meses de este año. «El trasfondo es claro, tras una seguidilla de defaults en el contexto local, el mercado se volvió mucho más selectivo y se le tornó muy complicado conseguir financiamiento a las compañías sin calificación AAA», explicaron en PPI.
Además de nublar el horizonte de nuevas refinanciaciones en el mercado de deuda local, estos «eventos» complican a inversores minoristas, que, en los últimos dos años, mediante apps y plataformas de inversión se habían volcado a los instrumentos de deuda de empresas argentinas, como una forma de hacerse de dólares en el contexto de un cepo cambiario todavía vigente, y en la mayoría de los casos ganar con tasas en moneda dura.
Diego Martínez Burzaco, de Inviu, explicó: «Producto del CEPO cambiario y de la cantidad de plata que había atrapada y la búsqueda de dolarización de carteras, y también el efecto de blanqueo, los inversores empezaron a demandar cualquier tipo de producto sin medir todo lo que son los «riesgos microeconómicos» de cada empresa. Y ahora con un mercado que está más seco en términos de liquidez de pesos y dólares, se empieza a distinguir el valor de los créditos».
En este sentido, el economista agregó que esta «depuración» se trata de un «vuelo a la calidad» de empresas con balances más sólidos y mejores ratios de deuda, lo cual resulta «saludable». Sin embargo, afirmó: «Lo que esto trae aparejado es, en primer lugar, que los inversores se muestren de alguna manera mucho más reticentes a la hora de prestar, de colocar su dinero y ahorro en distintas obligaciones negociables y creo que en el margen también va a tener un impacto en la nueva cantidad de emisiones que salgan de empresas hasta que esto se depure formalmente».
Alan Mac Carthy CEO de Insider Finance, coincidió: «Para el inversor minorista, todo lo que está sucediendo en el mercado de ONs es de gran preocupación. Durante el 2024 y principios del 2025, vimos crecer ese segmento con nuevas empresas emitiendo ON con tasas atractivas, frente a un mercado que cuenta con pocos instrumentos para invertir dólares. El default de estas compañías genera una efecto bola de nieve, y hace repensar a los inversores en sus estrategias de mediano plazo».
Por su parte, Diego Méndez de PPI, sumó: «Esto no hace más que seguir complicando el acceso a crédito de aquellas compañías más endebles. Cada vez va a haber más temor por tomar riesgo. se ve en los precios de varias ONs, que cotizan con tasas de retorno de 15/20%. Estas tasas no sirvan para financiarse».
Para Justina Gedikian, de Cohen, es importante diferenciar a qué tipo de empresas puede aportarse financiamiento. «No necesariamente debe interpretarse como una señal de alerta general para el inversor minorista, pero sí como un recordatorio claro de la importancia de prestar atención a la calificación crediticia y a los fundamentos financieros de cada emisor», dijo y agregó: «Por ejemplo, el caso de Albanesi y GEMSA mostró que, ante un evento de incumplimiento, los activos con calificación más baja pueden verse fuertemente afectados. En cambio, los emisores con calificación AAA no solo mantuvieron rendimientos estables, sino que incluso lograron seguir colocando deuda a tasas razonables».
SN