lunes, 24 febrero, 2025

Donald Trump lo hizo: la economía se frena en seco y se disparan expectativas de inflación, qué pasará cuando de verdad suban los aranceles?

El republicano estrenó su primer mandato con una explosión de los “animal spirits” empresariales que nadie preveía tan vigorosa. Trump 2.0 inicia con una implosión súbita de la confianza que tampoco figuraba en los papeles.

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Trump es una agenda que empuja con vértigo. ¿Cuál será el impacto de las políticas que impulsa?

“América despegará como un cohete”, les dice el presidente Trump a un grupo de gobernadores. “Los mejores inversores, los más exitosos de la Tierra, están corriendo para invertir en los EEUU”, señala en otro discurso. Es cierto. En sus reuniones con los primeros ministros de Japón y la India las promesas de ambos fueron públicas y muy generosas. Pero no es el mejor termómetro. Quién en su sano juicio desaprovecharía la ocasión del contacto cercano para congraciarse, salvo el presidente ucraniano Zelenski, por razones comprensibles, y solo después de ser reprendido por haber iniciado la guerra con Rusia (sic).

Trump es un volcán de iniciativas filosas, no exentas de peligros ni contradicciones, muy discutibles. Pero discutidas en las urnas, los votantes resolvieron a su favor. Es una agenda que empuja con vértigo. Necesita imponerla rápido sacando partido de la confusión. ¿Quién se opone? Las tasas largas, desde la campaña. Pero Trump, y su secretario del Tesoro, Scott Bessent, ya establecieron una tregua. Y los bonos, y el dólar, satisfechos, cancelaron su queja. Wall Street sobreentiende que la agenda -tal como se la anuncia- es un bluff. Y así convive en paz.

Las compañías y los consumidores, agobiados por las preocupaciones

No todos comparten la idea de rebajar el discurso oficial con una tonelada de sal. Y se percibe en la data dura, que en sus primeras cifras después del traspaso de mando, es realmente muy dura. El informe PMI, que publica S&P Global, es lapidario. EEUU se habría frenado en seco. “El estado de ánimo optimista visible entre los empresarios a principio de año se evaporó, y lo reemplaza un cuadro de acrecentada incertidumbre, estancamiento de la actividad de negocios, y precios en alza”. Trump lo hizo (Biden no fue capaz). En tiempo récord. Asumió el 20 de enero, y el parte recopila información tomada entre el 10 y el 20 de febrero. El optimismo, rayano a los máximos de los últimos tres años, viró de buenas a primeras en el sentimiento “más sombrío” desde la pandemia.

Trump debería tomar nota. Las compañías están agobiadas por las preocupaciones. ¿Cuál será el impacto de las políticas que impulsa? Los recortes de gasto, la suba de los aranceles, los cambios geopolíticos. Todo suma. Las ventas ya comenzaron a caer por la incertidumbre. Y los precios escalan a medida que los proveedores ajustan preventivamente sus números cubriéndose de los futuros aranceles. ¿Se estropeó todo? No, la industria manufacturera repuntó con ganas. Pero la expansión está montada en los bríos de los servicios, que se contrajeron por primera vez desde 2022. Si a fines de 2024, S&P Global detectaba un crecimiento sólido, muy por encima de 2%, las cifras de febrero apuntan a un ritmo vacilante de 0,6% anualizado. Trump estrenó su primer mandato con una explosión de los “animal spirits” empresariales que nadie preveía tan vigorosa. Trump 2.0 inicia con una implosión súbita de la confianza que tampoco figuraba en los papeles.

¿Estará bien el informe? La evidencia se acumula en esa sentido. La canasta de indicadores líderes cayó con pesadez en enero, revirtiendo los avances de noviembre y diciembre. Las ventas minoristas recularon 0,9% en términos nominales el mes pasado. Las ventas de casas, 4,6% interanual. Ya en febrero, la confianza de los constructores se deslizó al piso de los últimos cinco meses. Un invierno crudo, y los incendios en Los Ángeles, son adversidades no desdeñables. Pero la incertidumbre que supone Trump es el lastre crucial. La confianza del consumidor se precipitó casi 10% en febrero, según la Universidad de Michigan. Las condiciones para comprar bienes durables cayeron 19%, en gran medida por que se temen “aumentos de precio inminentes” por la suba de aranceles. Y como sugiere el informe PMI, las expectativas de inflación, después de dos incrementos mensuales importantes, se desbandaron en febrero. A un año de plazo, la inflación esperada saltó de 3,3% a 4,3%. Y a cinco años, de 3,2% a 3,5% (el incremento más grande desde mayo de 2021). Ya se dijo aquí la semana pasada: el consumidor sabe lo que Trump ignora. Él es quién deberá pagar el circo de los aranceles. No los extranjeros.

Mercados: un llamado de atención

La Bolsa anticipa. Pero no previó la corrosión de la incertidumbre sobre las empresas y los consumidores. El miércoles, el S&P500 estableció un récord flamante. El jueves, WalMart avisó que sus resultados no serán “inmunes” a la aplicación de los aranceles propuestos a las importaciones desde México y Canadá. Y el viernes, el informe PMI y la desconfianza del consumidor empujaron el índice por debajo de la media de 50 ruedas.

Esto es un llamado de atención. A tiempo. No todavía la sirena de los bomberos. Obliga sí a recalcular los planes. Urge bajarle el voltaje al discurso. No alcanza con calmar a los bonos, hay que hacerlo con la población. Trump 2.0 no es un caso extremo de la teoría del caos, aquella que dice que el aleteo de una mariposa puede producir un cataclismo en las antípodas. El presidente es un elefante que gesticula en un bazar. Debe enterarse de que lo que desmorona son las estanterías del negocio propio, y no del extranjero. ¿Qué pasará cuando de verdad suban los aranceles? No hace falta simularlo. Los efectos ya son visibles a la legua. Será oportuno cambiar de tema. Y resultaría mucho mejor, por su impacto en las expectativas, archivarlo definitivamente. Pero una suba módica de aranceles habrá que hacer para salvar el rostro. Gestar un pacto comercial rápido con un país relevante podría ser una forma elegante de sortear el trance. ¿Un acuerdo con China, quizás? Es posible, dijo Trump, al pasar, esta semana. Fue una solución parche (el Acuerdo Fase Uno) en 2020. Es, a todas luces, mucho más necesario en la actualidad.

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