CIUDAD DE MÉXICO.- Los primeros 100 días de administración de Claudia Sheinbaum, que la presidenta mexicana celebra hoy con un baño de masas en el Zócalo de Ciudad de México, estuvieron marcados por las reformas constitucionales heredadas de su predecesor, Andrés Manuel López Obrador. Esas reformas remodelan las instituciones básicas del Estado, los cambios en seguridad y las incertidumbres económicas y políticas marcadas, sobre todo, por el inicio de la segunda administración de Donald Trump en Estados Unidos el próximo 20 de enero.
“No hay antecedentes históricos recientes de un proceso de transición tan complejo, tan complicado en lo interno y en lo externo”, indicó el académico Carlos Pérez Ricart, del Centro de Investigación y Docencia Económicas.
Sheinbaum, que asumió el cargo el 1° de octubre pasado, hizo un balance inicial de su gestión, marcada por la violencia del narcotráfico en Sinaloa (en el noroeste del país) y la incertidumbre generada por las amenazas de Donald Trump, con posibles repercusiones para México en términos políticos, comerciales y migratorios.
Desde que se instaló el Congreso salido de las elecciones de junio han entrado en vigor cambios en más de 60 artículos de la Carta Magna. La mitad se aprobaron con López Obrador pero, en conjunto, se trata de una reestructuración de partes importantes del Estado mexicano y de una concentración del poder. “No sé a dónde va a ir todo este caudal de poder”, dijo Pérez Ricart.
En esta transferencia del poder, de otros actores de la escena pública al Ejecutivo, podría tanto desfavorecer a los carteles del narcotráfico y otras organizaciones delictivas, pero también brindarle al gobierno central herramientas para acallar a la oposición.
Por lo tanto, el Estado podría recuperar el manejo de sectores clave, quitándole poder a las redes criminales e impulsando más políticas públicas, lo que a juicio del académico sería positivo. “O puede desembocar en un proceso de centralización que apague la crítica, que vuelva inoperante al Congreso o consolide un Estado de partido único”. “Los dos horizontes, están abiertos”, agregó.
El cambio más profundo es la reforma del Poder Judicial, el más criticado porque para muchos supondrá la politización de la justicia al hacer que los jueces sean elegidos por voto popular. También se suprimieron órganos autónomos y se blindaron los cambios constitucionales.
Además, se introdujeron reformas mayoritariamente alabadas sobre derechos indígenas y de género y otras que, más que servir como marco general de gobierno, son políticas de partido: los populares programas sociales o la cuestionada utilidad de prohibir el fentanilo o los vapeadores en la Carta Magna.
Si hay una política donde Sheinbaum no apostó por la continuidad es en la de seguridad aunque los efectos de este cambio tardarán en dar resultados. En lugar del “Abrazos, no balazos” de su predecesor, hay más acciones contra los carteles.
Según explicó Pérez Ricart, se está judicializando el doble de casos, incautando más droga y hay operativos quirúrgicos contra redes criminales locales. Además, se anunció el programa “Sí al desarme, sí a la paz”, donde se entrega un beneficio económico a aquellos ciudadanos que decidan entregar sus armas. Un instrumento que busca reducir la violencia en las calles.
El poder del titular de Seguridad Federal, Omar García Harfuch, ha aumentado y todavía está por verse cómo se establece la relación con las fortalecidas Fuerzas Armadas.
La politóloga Georgina de la Fuente considera que se ha enfatizado la coordinación interinstitucional y la inteligencia. Pero De la Fuente cree que el problema más serio es la falta de fondos porque las fuertes presiones al gasto público han supuesto importantes recortes al presupuesto en seguridad.
La política exterior no va a ser sencilla en tres temas clave, el comercio, la migración y la seguridad, fuertemente condicionados a las acciones que tome el futuro presidente estadounidense que ha amenazado con aranceles, deportaciones masivas o acciones más directas contra los carteles.
“Está por verse si (Sheinbaum) logra ensamblar un equipo profesional y técnico que permita generar condiciones favorables en la relación bilateral” con Estados Unidos, indicó De la Fuente.
Y aunque de momento Sheinbaum ha mostrado firmeza ante las amenazas y ocurrencias de Trump, algo que gusta a su base electoral y que mantiene muy alta su popularidad, “no basta con eso”, agregó Pérez Ricart, para el que “lo peor está por venir”.
La condescendencia de México con gobiernos como el venezolano, el cubano o el nicaragüense también podrían traerle problemas a Sheinbaum.
“Ciertas condiciones internas permiten vislumbrar una situación cuesta arriba, con una crisis de inseguridad insostenible, pero también con la aprobación de reformas estructurales que han erosionado la institucionalidad y la certeza jurídica hacia el futuro, transmitiendo una idea de México como socio poco confiable”, alerta De la Fuente.
Pérez Ricart señala otro problema “estructural”: el gobierno de Sheinbaum “no puede promocionar sus logros sin hacer una crítica puntual a la administración anterior”.
Agencia AP
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