sábado, 23 noviembre, 2024

Maracanazo económico: por qué la gesta uruguaya de 2002 en EE.UU. puede ser una lección para la Argentina

“¿Y en qué monto están pensando?”, preguntó el subsecretario del Tesoro, John Taylor.

Rápidamente y sin titubeos se escuchó:

“Aproximadamente US$2.700 millones”.

Así respondió Carlos Steneri, el economista uruguayo representante financiero de su país en EE.UU. en plena crisis económica argentina (y por lo tanto uruguaya) en 2002.

Uruguay estaba contra las cuerdas. Buscaba desesperadamente un aporte de liquidez que actuara como seguro de depósitos para, en todo caso, llevar adelante una reestructuración.

El sistema político uruguayo venía enfrentado una crisis bancaria severa. En el verano de 2002 David Mulford, representante de los accionistas del Banco Comercial, llamó al propio presidente uruguayo, Jorge Batlle, por la estafa de los hermanos Rohm en ese entidad. Los argentinos, afectados por el corralito de Domingo Cavallo, acudían a los bancos uruguayos para sacar sus ahorros y se formó un cuello de botella. El país buscó que el FMI sirviera como cortafuegos de la corrida.

Uruguay firmó con el organismo un programa en junio en el que se comprometía a abandonar un régimen de banda cambiaria por una flotación limpia. Accedió así a lo que sería el programa de ayuda más grande que el FMI daría en términos del PBI.

Les dieron US$781 millones. Pero como contó Steneri tiempo después, “se nos iban como un vuelto de caramelos, no duraban nada”.

El plan no logró frenar la corrida.

La cadena de pagos corrió riesgo de ser interrumpida, la opción que había tomado la Argentina al otro lado del charco, corralito y luego corralón, no la veían deseable en Montevideo y Steneri estaba ahora delante de Taylor pidiendo más plata.

Para colmo, en pocas horas Uruguay se quedaría sin ministro de Economía y sería un político reconocido por lograr consensos, Alejandro Atchugarry, el que asumiría.

El FMI siguió intransigente con Uruguay que incluso había se llegado a declarar un feriado cambiario.

Incluso todo pareció desmoronarse cuando el economista chileno al frente del Departamento del Hemisferio Occidental, Eduardo Aninat, le dijo a Stereni que Uruguay había perdido el tiempo, que no había más plata que la ya aprobada en el paquete anterior y que había llegado el momento de una reprogramación de los depósitos.

Pero restaba una reunión con Taylor.

Stereni contó todo esto en su libro excelente Al borde del abismo. El uruguayo falleció diez días atrás y fue clave no solo en las negociaciones con el Tesoro y el FMI, sino con el capítulo que vendría más tarde: los bonistas. Así Uruguay evitó el default y con una secuencia exactamente al revés que la que haría Martín Guzmán en la Argentina casi 20 años luego.

Volvamos por un instante más a Stereni con Taylor:

[…] «Mientras quedábamos algo desconcertados por la inquisitoria después de lo oído hacía menos de un par de horas en el FMI, Taylor, con estilo profesoral y cálido, sin triunfalismo, agregó: “Hemos hecho los máximos esfuerzos posibles para encontrar una solución…, hemos concluido que podemos transferir recursos extraordinarios que no superan los 1.500 millones de dólares. De acuerdo con nuestros cálculos esa suma bastaría para proteger las Ese número salía de estimar la cobertura del 60% de chequeras y las cajas de ahorro de los bancos públicos y de los bancos que van a ser llevados a la quiebra’. Y culminó diciendo: ‘¿Qué opinan ustedes de la propuesta, pues de ser aceptada hay que actuar rápidamente?”.

Reaccionamos con sorpresa:

“¿Y quién pondrá los recursos?”.

Taylor respondió instantáneamente: “Los fondos provendrán del FMI a través de un nuevo programa”.

Luego agregó: “El FMI necesitará su tiempo para girar usando recursos propios. Dada la urgencia, será el Tesoro de Estados Unidos quien adelantará los recursos para que estén disponibles el próximo lunes. No se preocupen, los del FMI los van a llamar». […]

Efectivamente el FMI se contactó a las horas con el equipo uruguayo y después de decirles más temprano que no los ayudarían.

El economista del IERAL-Fundación Mediterránea, Jorge Vasconcelos, contó años atrás en un zoom con Stereni, que la diferencia de crecimiento promedio anual del PBI entre Argentina y Uruguay entre 1988 y antes de la pandemia fue 0,5 p.p.. Pero Uruguay bajó significativamente la pobreza y la Argentina no. Para Vasconcelos, la resolución de los conflictos económicos en Argentina no termina por sacar a la gente de la pobreza, las sumerge cada vez más. “De un lado hubo cooperación y del otro conspiración”, describió el argentino en relación a Uruguay y Argentina.

Stereni contó que todo el arco político apoyó las reformas á las que se comprometió ahí entonces Uruguay: un ajuste de 5 puntos del PBI. Como le dijo Pepe Mujica a Clarín esta semana: “El futuro del desarrollo es la sociedad de mercado”. Algo que no está en discusión este domingo. Pero que Argentina aún debate.

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