Mónaco volvió a vestirse de fiesta para celebrar una de sus citas más esperadas: el Baile de la Rosa. En un viaje al pasado divertido y al mejor estilo Fiebre de sábado por la noche, la Salle des Etoiles del Sporting Club se convirtió el fin de semana en una auténtica disco, tal como proponía la temática este año. Mientras la noche hacía de las suyas tejiendo nuevos y esperados encuentros, miradas cómplices y algunas almas en solitario (al menos ante las cámaras), la cita de los Grimaldi se convertía en un nuevo éxito.
Sin dudas, una de las postales más significativas que dejó la velada fue el posado compartido entre Carolina de Mónaco, anfitriona de la noche, y su cuñada, la princesa Charlene. Siempre se habló de que la relación entre ellas no fluía pero, desde que la mujer de Alberto de Mónaco retomó su agenda tras un año alejada por temas de salud, hay algo que se ve que cambió de manera positiva entre ambas. De hecho, para Charlene esta fue su vuelta al emblemático baile después de diez años.
Otra imagen emblemática fue la de Charlotte Casiraghi en solitario. La princesa filósofa (como se la conoce por su trabajo en el ámbito de la filosofía) acaparó buena parte de los flashes no sólo por su belleza, sino por la situación sentimental en la que está inmersa. Mientras se da por hecho su separación del productor de cine Dimitri Rassam tras cuatro años de matrimonio y un hijo en común, la semana pasada ¡HOLA! confirmó con imágenes exclusivas su relación con el escritor francés Nicolas Mathieu, con quien se la vio caminando por París y tomando algo en una brasserie en una actitud cómplice y cercana.
Por último, en la fiesta que contó con la dirección artística de Christian Louboutin (asumió tras la muerte de Karl Lagerfeld en 2019) y cuya recaudación se destina a la Fundación Princesa Grace, la pareja más glamorosa de la noche fue, sin dudas, la de Pierre Casiraghi y la periodista y aristócrata Beatrice Borromeo. De la mano y tan enamorados como el primer día (se casaron en 2015 y tienen dos hijos), dejaron claro que son grandes herederos del estilo sofisticado que instaló en Mónaco para siempre la inolvidable princesa Grace.