Anabella del Boca y Enrique Torres escribieron este fin de semana un nuevo capítulo de su historia de amor: luego de cuarenta años juntos, decidieron pasar por el altar. En una emotiva ceremonia que se llevó a cabo en la Iglesia Nuestra Señora Guadalupe de la ciudad de Buenos Aires, la pareja compuesta por la directora de arte y “el rey de la telenovela”, una de las más sólidas del ambiente local, compartió con amigos y familia el íntimo momento, en el que se destacaron Andrea del Boca y su hija, Anna Chiara.
Anabella y Quique, como se lo conoce en el mundo del espectáculo, dieron el sí rodeados de sus más íntimos afectos y el clan Del Boca a pleno. Ana María Castro, la matriarca del grupo, se mostró muy emocionada. También dijo presente Adrián del Boca. El hermano menos conocido y mediático de la familia vive hace muchos años en Miami, donde cuenta con una reconocida carrera como obstetra y ginecólogo. Adrián hizo un paréntesis en su agenda laboral y viajó a Buenos Aires para no perderse la celebración. Andrea del Boca y Anna Chiara fueron, por su parte, de las más divertidas de la tarde: acompañaron en todo momento a la novia, se mostraron cómplices y divertidas y hasta lucieron remeras con los nombres de los novios escritos en la espalda.
Anabella entró a la iglesia del brazo de Lucas Torres, su hijo. Sin poder esconder la felicidad del momento, caminó hasta el altar, donde la esperaba el célebre productor y guionista. Luego de las palabras del cura, la pareja se abrazó con los invitados, quienes compartieron la alegría con los ahora marido y mujer. La novia optó para el gran día por un vestido color crema largo con volados y encaje en la falda. El novio eligió una fresca camisa blanca y un pantalón negro. Por su parte, la actriz y productora lució un palazo verde con una blusa estampada a tono, mientras que Anna Chiara resaltó su figura con un vestido corto de encaje dorado que combinó con zapatos en crema y un clutch rojo.
Andrea fue la madrina de Anabella. Siempre cómplices y muy unidas, las hermanas Del Boca posaron para las fotos y no dejaron de celebrar el gran momento familiar. Además, apenas terminó la boda y los invitados se congregaron en la puerta de la Iglesia para las postales familiares, muchos se pusieron una remera a modo de recuerdo. De algodón, blanca y de mangas cortas, la prenda tenía, delante y detrás, los nombres de los novios, la fecha del enlace y varios corazones.
Enrique Torres y Anabella del Boca llevan más de cuarenta años juntos, pero la magia entre ellos sigue intacta. Junto a Lucas, la pareja parece haber conformado un núcleo indestructible de apoyo y compañerismo. Cuando hace más de veinte años el escritor decidió radicarse en Los Ángeles, ellos no solo lo apoyaron sino que se convirtieron en su sostén. Cuando él trabaja, ella está ahí, presente. “Me ahorró muchísimo dinero en psicoanálisis. En una oportunidad me regalaron un cartelito que decía: ‘El hombre que escribe nunca está solo’. Y gracias a ella aprendí a no estar solo”, confesó en una entrevista que le concedió hace dos años a LA NACION.
El sábado, en la previa al gran día, Torres le dedicó unas tiernas palabras a su mujer. Lo hizo de forma pública, a través de su cuenta de Facebook. “Los años pasan. Aparecen algunas arrugas. Desaparecen los cabellos uno por uno. Pero los sentimientos, que parecen inmodificables, se modifican, siguen estando. No es una cuestión de más ni de menos. Es diferente. En muy poquitas horas, Anabella y yo nos volveremos a elegir”, comenzó su texto.
“Hace 40 años fue en el despacho de un juez en un Registro Civil. Hoy será en una iglesia. Pensé que no me iba a modificar tanto. Obvio, resabios de un machismo en el que nos educaron que no nos permitían mostrarnos ‘sensibles’. ‘Los hombres no lloran’ era la frase de cabecera. Afortunadamente aprendí a llorar y, lo más importante, aprendí a decir ‘te amo’. Y sigo diciéndoselo a todos los que amo”, siguió.
Torres no solo rescató el hecho de unir su vida, otra vez, a la de Anabella, sino que además ponderó lo que el evento generó a su alrededor. “Hoy no es un día más. Hoy me caso. Y no disfrutaré sólo el ratito que nos llevará dar el ‘sí’. Hace días que vengo disfrutando los preparativos. Hoy es el día y estoy disfrutando cada minuto, cada ratito. Hasta los apurones de último momento. Sí, hoy es un día especial. Y haré todo lo posible para que mañana también sea un día especial. Anabella se lo merece. Y yo también”, siguió. Divertido, Torres se despidió con una humorada: “Gracias a todos por los saludos y deseos que nos hacen llegar. Y ahora los dejo porque ‘me voy a peinar’. Todavía no decidí si la raya me la hago a la derecha o a la izquierda. Tal vez vaya despeinado”, cerró con una humorada.
LA NACION