jueves, 11 septiembre, 2025

Día 634: Estallido social, la mayor amenaza de Milei

Parafraseando al Manifiesto Comunista, podríamos decir que un fantasma recorre el mundo: el fantasma del estallido social. En las calles de países tan distintos como México, Kenia, Nepal, Indonesia, Francia, Malí y Mongolia, millones de personas se enfrentan de manera violenta con la policía porque vivir el día a día se ha vuelto una odisea imposible.

Los continuos ajustes a las jubilaciones, los salarios y la austeridad son la contracara de clases políticas sumidas en la corrupción y en los privilegios de un estilo de vida que los aleja totalmente de sus representados.

En Argentina, los sectores menos favorecidos, que inicialmente le habían dado un fuerte apoyo a Javier Milei, le empezaron a dar la espalda. Si bien perdió casi todas las elecciones de este año, inclusive en la única que ganó que es la Ciudad de Buenos Aires, se pudo observar cómo perdió en todo el sur de la Ciudad. Es decir, en los barrios donde hay menores ingresos.

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Lo mismo sucedió en la provincia de Buenos Aires. Solo ganó en los distritos más ricos, como San Isidro y Vicente López. Mientras que en distritos muy pobres como La Isla Maciel en Avellaneda sacó 6,73% y el peronismo 87,70%. Es decir, claramente los bonaerenses de menores ingresos están sufriendo las políticas de Milei. ¿Cuánto falta para que además de expresar el descontento en las urnas lo empiecen a manifestar en las calles?

No es descartable que la pericia del “Messi de las finanzas”, Luis Caputo, descubra nuevas formas de endeudarse y seguir consiguiendo dólares para alimentar su estabilidad macroeconómica presente, no es descartable que la inflación pudiera continuar bajando aprisionada por una recesión mayor.

Es menos probable pero no imposible que Milei logre una cantidad de votos de algunos gobernadores que le permitan sostener algunos de su vetos o, si no, sobrevivir. Porque el peronismo lo último que desee después del estigma de Duhalde/De la Rua sea tener que asumir en medio de una crisis y pagar costos políticos.

Pero si Estados Unidos, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y hasta el peronismo desease que Milei llegue a 2027, lo que ningún sector de poder puede controlar es la efervescencia social que de abajo hacia arriba emerja como una erupción.

Analicemos primero las dramáticas imágenes de Nepal como uno de los varios ejemplos que están sucediendo en el mundo. Al ministro de Economía lo hicieron caminar denudo, al jefe de Gobierno lo retiraron ensangrentado, la canciller fue abofeteada y el palacio de Gobierno totalmente incendiado. Cada uno en su mente podría colocarle nombres de equivalen miembros del gobierno argentino que podrían enfrentar una situación así.

Simultaneamente, en 2025, tres erupciones sociales en geografías distintas mostraron una raíz compartida: la imposición de ajustes, o decisiones que funcionan como austeridad, sobre cuerpos ya exhaustos. En Katmandú, capital de Nepal que mencionamos, París y en Pati, zona de Java Central en Indonesia, la gente salió a la calle porque la cuenta no cierra: recortes, impuestos, límites a derechos básicos (incluida la libertad digital) y, en todos los casos, la sensación de que las elites recortan y el ciudadano paga.

En Nepal el detonante formal fue la prohibición de múltiples plataformas digitales, una señal política que chocó con la cotidianeidad de la “Generación Z”. Las redes se usan para estudiar, trabajar y organizarse. Lo que siguió fue una escalada brutal de protestas masivas, represión y al menos 19 personas muertas en los enfrentamientos, un saldo que obligó al gobierno a dar marcha atrás con la censura. Detrás del gesto sobre las redes hay, sin embargo, un cóctel de precariedad laboral juvenil, corrupción visible y recortes administrativos que empujaron a la rabia a las calles. Ayer renunció el primer ministro nepalí.

En Francia la llama prendió por una agenda de ajuste: congelamiento de pensiones, recortes en gasto social y medidas que recargan el costo de la reproducción social sobre trabajadores y jubilados. La respuesta fue una convocatoria amplia, con el nombre “Bloqueemos todo”, que unió sindicatos, docentes, estudiantes y sectores precarizados. La policía respondió con cientos de detenciones y el gobierno quedó forzado a negociar.

En Francia la austeridad no solo hiere el bolsillo: hiere la percepción de justicia redistributiva en una democracia madura. Antes de ayer, luego de una moción de censura en la Asamblea Legislativa, tuvo que renunciar el primer ministro francés. El presidente Emmanuel Macron debe buscar un sustituto para reemplazarlo.

“Bloqueemos todo”: protestas masivas paralizan autopistas y ciudades en Francia en el debut de Lecornu como primer ministro

Indonesia muestra la versión municipal del fenómeno: en Pati, un aumento drástico del impuesto a la tierra (PBB-P2), explicado por autoridades como respuesta a menores transferencias fiscales, detonó movilizaciones que consiguieron frenar la medida y abrir investigaciones contra funcionarios locales. Es un recordatorio de que la austeridad puede llegar en microdosis y, aun así, incendiar comunidades cuando ataca el sustento y símbolos comunitarios.

Si se mira la economía cotidiana, las tensiones asoman con números en todos lados. En Nepal, las estimaciones del ingreso promedio mensual oscilan según fuentes, pero muchas ubican la mediana salarial entre 200 y 600 dólares, y la asignación social para mayores es magra. La pensión/beneficio social general ronda los 30 dólares mensuales para beneficiarios estatales, una suma que no cubre ni lo básico. Ese combo precariza la vida y explica por qué la juventud se siente sin horizonte.

En Indonesia, el salario promedio declarado por BPS y servicios estadísticos privados se sitúa en torno a 180 y 220 dólares con sistemas de seguridad social que todavía entregan coberturas muy limitadas: los beneficios de vejez y reemplazo suelen equivaler a unas decenas de miles de rupias al mes, que no llega a cien dólares. La subida de impuestos municipales, en ese contexto, es sentida como una exacción directa.

Francia ofrece el contraste: el salario medio neto mensual ronda entre los 2.500 y 2.600 euros, mientras que la jubilación promedio anual en Europa sitúa a Francia entre los niveles más altos del continente, con unos 18.800 euros anuales en datos comparativos, o 1.570 al mes. Pero aun así, la política de recortes y la inflación erosionan el poder adquisitivo, y eso basta para provocar una reacción masiva en una sociedad que espera cierto piso de protección.

Vale mencionar que la sensación de bienestar o malestar siempre es relativa a la situación anterior por eso los Argentinos, acostumbrados a una desarrollo de clase media mayor que en resto de Latinoamérica, somos más sensibles a la pobreza de la misma forma que los franceses lo son frente a otros países europeos.

Tres lecciones saltan claras. La primera: austeridad es palabra corta para recortes que tocan la vida, como impuestos, gasto social, acceso digital, y no solo cifras macro. La segunda: cuando la política reprime el reclamar o desplaza el coste hacia abajo, la válvula social salta. Nepal lo mostró con violencia mortal, Francia con represión y masividad, y Pati con derrota local del plan fiscal. La tercera: los números importan, no son abstracciones. Vivir con entre 200 y 600 dólares o ver cómo la inflación licua una pensión de 1.500 euros son realidades que explican por qué la gente sale.

En todos los casos la respuesta política fue mixturada: retrocesos, promesas de diálogo, alguna concesión. Pero la moraleja es universal: ajustar sin un ancla redistributiva ni canales creíbles de reparación política es receta para la calle. Y en un mundo donde la queja se enciende rápido por WhatsApp, por un recibo o por el impuesto municipal, la clase política debería tomar nota. La austeridad que no cuenta humanos termina escribiendo historia en las plazas.

En Argentina, hay sueldos van entre los 300 a los 1500 dólares, un poco mejores que los países asiáticos nombrados, pero obviamente más bajos que en Francia. Sin embargo, hay tres millones de jubilados que cobran 384.305 pesos al mes, es decir, 268 dólares. Casi el doble que en Indonesia, pero cinco veces menos que en Francia.

Como ven, es difícil suponer si habrá un estallido social. Los países asiáticos y Francia tienen condiciones muy diferentes entre sí. Sin embargo, se entiende que cuando surgen este tipo de respuestas populares se combinan elementos objetivos y subjetivos. Por un lado hay un deterioro concreto y material de las condiciones de vida de las mayorías y por el otro, hay un detonante subjetivo que hace entender que esta situación es totalmente injusta o insoportable.

En el fondo, la pregunta por cuánto están dispuestos a tolerar los ciudadanos es una pregunta hasta filosófica, que habla de la condición humana. La filósofa Hannah Arendt, en su obra Eichmann en Jerusalén, introdujo el concepto de la «banalidad del mal» para describir cómo individuos comunes, al seguir órdenes sin cuestionarlas, podían participar en atrocidades masivas.

En los campos de concentración, muchos prisioneros, sometidos al terror constante, la desinformación y la deshumanización, optaron por la sumisión como mecanismo de supervivencia. Arendt argumentó que el terror inducido en los campos corrompía la parte libre del ser humano, condicionándolos de manera similar a como los animales son condicionados por medios como descargas eléctricas.

La sumisión también se veía reflejada en la colaboración forzada con los nazis. Algunos prisioneros fueron obligados a desempeñar roles administrativos o de supervisión, como los «kapos», quienes, aunque en una posición de poder relativa, debían ejercer su autoridad bajo amenaza constante de represalias.

A pesar de las condiciones inhumanas, hubo momentos de resistencia organizada en varios campos. Después de que los últimos judíos deportados a Treblinka fueran gaseados en mayo de 1943, en el campo quedaban aproximadamente mil prisioneros judíos. Conscientes de que pronto serían asesinados, los prisioneros decidieron rebelarse.

El 2 de agosto, armados con palas, picos y algunas armas robadas del depósito de armas, prendieron fuego una parte del campo y se abrieron paso por la cerca de alambre de púas. Unos 300 prisioneros lograron escapar y cerca de un tercio de ellos sobrevivieron a los esfuerzos de los alemanes por recapturarlos.

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Dos prisioneros de Sobibor, Aleksander Pechersky y Leon Feldhendler, planificaron un levantamiento similar en 1943. El 14 de octubre, los prisioneros asesinaron a once guardias e iniciaron un incendio en el campo. Unos 300 prisioneros escaparon, pero muchos fueron asesinados durante la cacería que se les hizo posteriormente. Al final de la guerra, cincuenta de ellos estaban con vida.

En Auschwitz-Birkenau, los prisioneros del Sonderkommando –el destacamento especial cuya tarea consistía en quemar los cadáveres de las víctimas asesinadas- se enteraron de que había planes de matarlos. El 7 de octubre de 1944, un grupo de ellos se rebeló, mató a tres guardias e hizo estallar el crematorio.

Varios cientos de prisioneros escaparon, pero la mayoría fueron recapturados y asesinados. Cuatro mujeres jóvenes acusadas de suministrar la dinamita fueron ahorcadas frente al resto de los prisioneros. Una de ellas, Roza Robota, que tenía 23 años, gritó: «Sean fuertes, tengan coraje» y la puerta trampa se abrió.

Muchas veces las condiciones más terribles pueden generar sumisión o rebelión según diferentes circunstancias.

Volviendo al presente y a nuestro país, salvando las enormes distancias de los ejemplos históricos que venimos contando, Milei vetó nuevamente la Ley de Financiamiento Universitario, justo en el Día del Maestro. Hoy los docentes universitarios que cobran sueldos muy bajos y muchos de ellos no cobran absolutamente nada, dan clases ad-honorem y están sosteniendo universidades como la Universidad de Buenos Aires (UBA), que están entre las más prestigiosas del mundo. Las universidades sobreviven al borde del quebranto y representan un puente al ascenso social para millones de jóvenes argentinos de los mismos barrios humildes que el domingo pasado le dieron la espalda a Milei.

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Recordemos que la primera gran manifestación contra Milei fue la marcha universitaria. Tal vez, con este clima internacional y luego de que aparezcan los audios que dejan expuesto la corrupción del Gobierno y la derrota electoral, no haya sido la mejor idea vetar esta ley. El Gobierno decidió redoblar su plan económico de ajuste contra una población que en todas las elecciones le dio apenas el 34% de apoyo. Es decir que el 66% de la población lo rechaza.

¿Hasta dónde están dispuestos a tolerar los argentinos el ajuste que impone este Gobierno? Es probable que el voto castigo haya sido un desahogo para aquellos que se oponen a las políticas de Milei y paradójicamente le den aire porque las quejas se hayan podido canalizar en la urnas. Esto a diferencia de lo que sucedió en 2017 con Mauricio Macri, quien habiendo ganado las elecciones de medio término, dejó al 60% que no lo apoyaba sin esa herramienta de protesta y en algunos se expresó violentamente con piedras. Y si en 2026 no se perciben mejoras en la calidad de vida se creen las condiciones para alguna forma de estallido.

Vale mencionar que en Argentina de 2001 y 2002 fue la clase media la que sumada al protesta desencadenó un estallido, y en Francia quienes protestan también son de clase media. La clase más baja en Argentina fue contenida en estos años de Milei porque los subsidios a la pobreza fueron las únicas partidas del gobierno que crecieron por arriba de la inflación pero la clase media baja y media la pasa cada vez peor.

Es muy simple si el indicador Gini de distribución de la riqueza marca un retroceso, mayor proporción de la renta en el vértice de la pirámide y al sector más humilde ya no queda que empeorarle, la captura de renta viene del empobrecimiento de la clase media.

Como ya dijimos en columna anteriores Milei no tiene Plan B, como él mismo sostiene acelera en las curvas, su única receta es la que siempre ha sostenido. Vale recordar la frase de Macri cuando le preguntaron qué haría si pudiera ganar las elecciones. «Voy hacer lo mismo, pero más rápido», dijo.

En el caso de Milei, ahora tras la derrota sucedió lo mismo. «El rumbo por el cual fuimos elegidos no se va a modificar sino que se va a redoblar», declaró después de la derrota. El PRO en la provincia de Buenos Aires en varias encuestas medía menos de 6%. ¿Este será el destino de Milei?

Producción de texto e imágenes: Matías Rodríguez Ghrimoldi

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