sábado, 9 agosto, 2025

Por qué son cada vez más los viajeros solitarios

Reservar un solo pasaje de avión, elegir hotel sin consultar con nadie y armar un itinerario que puede cambiar a último momento: la escena, que antes parecía rara, hoy es tendencia. Cada vez son más los argentinos que deciden viajar solos, una práctica asociada a la libertad, la introspección y la posibilidad de conocer gente nueva. Así lo confirma el estudio de tendencias de viaje 2025 de Booking.com, que reveló que el 39% de quienes se animan a esta experiencia lo hace para planificar sin depender de otros, y un 33% para tomarse un tiempo a solas y reflexionar. A continuación, historias, aprendizajes y consejos de expertos que revelan que viajar solo es mucho más que una simple elección.

 

Viajeros flexibles

El fenómeno se percibe claro en las agencias de viajes. “Cada vez más personas se animan a viajar solas”, relata José Luis Morán, gerente de Ventas de Excellent Viajes y Turismo. “El hecho de poder administrar los propios tiempos y no depender de los gustos o las decisiones de otro hace que el viaje sea menos estresante». Además, apunta que las mujeres son especialmente independientes: «No solo viajan solteras, también lo hacen mujeres casadas, muchas veces en salidas grupales donde saben que van a sentirse acompañadas si lo necesitan”. En sus cálculos, respecto de otros años, ha habido un incremento cercano al 30% en la cantidad de personas que viajan solas. La mayoría tiene entre 20 y 40 años, aunque también hay un grupo creciente de jubilados de 60 o más que eligen esta modalidad. ¿Los destinos preferidos? Europa y el sudeste asiático.

Los perfiles son variados y los objetivos también: desde quienes buscan aventura y experiencias culturales, hasta los que prefieren relajarse o conectar con la gastronomía local. “Los más temerosos suelen optar por salidas grupales; en cambio, los viajeros más experimentados buscan experiencias personalizadas, como nuestras salidas a India, sudeste asiático, Kenia o Zanzíbar”, agrega el agente.

Desde Civitatis, la plataforma de reservas de tours y actividades, confirman la tendencia. “En lo que llevamos del año, vimos un aumento del 5% en la cantidad de viajeros que reservan actividades en solitario respecto al mismo período del año pasado”, explica Nicolás Posse, Country Manager en Argentina. Relata que los free tours son las experiencias más elegidas por quienes viajan solos: entre las actividades más reservadas aparecen los recorridos a pie por Ámsterdam, Venecia, el barrio judío de Cracovia y el Madrid de los Borbones. A ellos se suman visitas guiadas a sitios icónicos como los Museos Vaticanos y la Capilla Sixtina, el Coliseo y el Foro Romano, o excursiones de día completo a Toledo y Montserrat.

“Estamos viendo un cambio fascinante en la forma de viajar. Cada vez más gente se lanza a la aventura de manera íntima y auténtica: buscan flexibilidad, quieren vivir emociones fuertes y están abiertos a conectar con el destino y con otras personas de una manera más profunda”, señala Posse.

Ellas se animan

“Mi primer viaje a Europa lo hice sola, iba a visitar a mi familia allá. A partir de ahí empecé a no quedarme con las ganas de viajar cuando no encontraba a alguien que pudiera ir conmigo. Siempre me gustaron los viajes largos, que suelen ser caros, y como estaba sola y no tenía hijos, podía pagármelos; mis amigas no siempre podían, así que me planteé no dejar de ir a conocer un lugar o de pasar mis vacaciones donde quería solo por estar sola. Tenía que animarme, y diría que el 80% de los viajes que hice en mi vida los hice sola”, relata Margarita, de 52 años.

Con el tiempo, viajar sola dejó de ser una excepción para convertirse en su forma favorita de recorrer el mundo. “Tanto me acostumbré que hoy me cuesta cuando viajo en grupo, compatibilizar los tiempos. Estoy tan habituada a armar mi rutina y mi agenda de viaje, que me cuesta tener paciencia con la de los demás”, admite.

Ana, agente de viajes independiente, notó el mismo cambio en su trabajo. “Recibo muchas más consultas de mujeres, sobre todo de más de 50 años, que quieren animarse a viajar solas. La mayoría elige Europa, y en muchos casos se suman a circuitos con gente de distintas partes del mundo. Hoy hay más salidas grupales que antes, que publicitan las agencias y permiten sacar en modalidad single o compartir habitación con otra persona para abaratar costos”, cuenta.

Ella misma suele viajar sola y lo recomienda. “La primera vez me sumé a un grupo para hacer Machu Picchu y la experiencia fue espectacular. Era un destino que moría por conocer y, para venderlo, también es clave haber ido. El año pasado hice tres semanas en España y Portugal: la primera me sumé a un tour por el norte porque quería conocer Santiago de Compostela y Oporto; la segunda se sumó una amiga; y la tercera la pasé en Madrid, desde donde me fui agregando a free tours y actividades que me interesaban. Esa libertad de decidir sobre la marcha, sin depender de nadie, es impagable”, dice. Y agrega un consejo vital: “La asistencia médica es condición siempre. No importa el destino: en relación precio-calidad, siempre vale la pena contratarla”.

El viaje como desafío personal

Viajar solo es, como me gusta decir, el posgrado de los viajes”, explica Javier Labourt, psicólogo especializado en viajes. “No hay nadie que calme la ansiedad ni que tome decisiones por uno, y eso genera una exposición constante a situaciones que pueden dar miedo o incomodar. Justamente por eso, es una oportunidad única para enfrentarse a esos miedos y atravesarlos”.

Sostiene que esa experiencia “obliga a apoyarse en los propios recursos internos, fortalece la confianza y mejora la percepción de capacidad personal”. Además, promueve la introspección, el contacto con lo desconocido y la posibilidad de crear vínculos diferentes. “Al principio puede haber momentos de fragilidad o de duda, pero si uno se queda en la experiencia, suele aparecer una versión más fuerte, más liviana y más conectada de uno mismo. Por eso, lejos de ser una simple elección de viaje, hacerlo solo puede marcar un antes y un después”, sintetiza.

Máximo, de 37 años, sabe de qué se trata. Viajó solo por Argentina y por gran parte de Europa. “Nunca viajé solo por elección, pero tampoco fue una limitante. Sin dudas es una forma mucho más liberadora de viajar. Siempre que viajo acompañado me preocupo por todo: hospedaje, comida, horarios, seguridad. Cuando viajo solo, me libero de esa estructura y voy descubriendo el viaje mientras se va dando, con lo bueno y lo malo, pero con las mejores anécdotas”, apunta.

Su gran aprendizaje llegó después de su primer recorrido en solitario por Alemania, Austria, Italia, España, Francia y Bélgica. “No me creía capaz de resolver todos los problemas que podían surgir. Ese viaje me hizo ver que no era imposible y que podía lograrlo. Creo que todo el mundo debería hacer al menos un viaje largo solo en la vida: ayuda a generar una confianza en uno mismo que difícilmente se logra de otra manera”. Está claro: viajar solo ya no es una rareza ni una decisión extrema, sino la forma más auténtica de descubrir el mundo (y a uno mismo).

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