domingo, 3 agosto, 2025

La política cambiaria bajo presión: entre el intento de estabilidad y un dólar que amenaza con desbordar

En un contexto marcado por la incertidumbre, el debate político y los vaivenes cambiarios, la economía argentina parece debatirse entre dos narrativas contrapuestas: una que augura estancamiento y crisis, y otra que, con reservas, sostiene que hay un cambio de régimen económico en curso, con señales incipientes de recuperación. Para el economista Gastón Utrera, es fundamental entender el trasfondo estructural de lo que está ocurriendo, más allá del ruido coyuntural: “Lo que estamos viviendo es un reacomodamiento profundo de precios relativos y una transición hacia un nuevo régimen económico. Y en ese marco, hay ganadores y perdedores, y los va a seguir habiendo por mucho tiempo”.

Desde su perspectiva, la microeconomía argentina está en plena transformación. “Los precios relativos están cambiando por la apertura de la economía y la desregulación. Eso modifica todas las señales e incentivos, y obliga a empresas y consumidores a tomar decisiones distintas. Hay sectores que se benefician por la importación más barata de insumos y otros que se ven perjudicados por la competencia externa. Todo se está moviendo”, resume.

Uno de los ejemplos más claros que plantea es el de la industria de maquinaria agrícola: “En el segundo trimestre, la fabricación de maquinaria creció alrededor de 20% respecto al año anterior, pero la fabricación de agrocomponentes cayó 4%. Eso es cambio de precios relativos. La estructura está cambiando”, dijo Utrera, en el marco de un desayuno de trabajo organizado por Punto a Punto en el Edificio Corporativo de Grupo Edisur.

Consumo: una percepción errada. A contramano de ciertos discursos que aseguran que el consumo está planchado o en caída, Utrera desarma esa idea con datos: “Si miramos las cuentas nacionales, el consumo tocó fondo en el segundo trimestre del año pasado y desde entonces viene subiendo. Está bajo, sí, por la pérdida de poder adquisitivo acumulada, pero está subiendo. Y eso es lo que importa cuando se discute si hay reactivación o no”.

La clave, aclara, es mirar el consumo en cantidades reales, no en valores nominales: “La estructura del consumo cambió. Tal vez se gasta más en servicios que en bienes, pero el volumen total está creciendo. Las estadísticas de supermercados y centros de compras muestran una línea ascendente. Todavía no se recuperaron los niveles prepandemia, pero no están cayendo”.

Además, alerta sobre los errores de interpretación: “Se está instalando un relato que dice que el consumo cae porque la gente gasta más en servicios públicos, pero si eso fuera cierto, el consumo total medido en cantidades debería bajar. Y eso no ocurre. Hay que ser más rigurosos en el análisis”.

Recuperación en «V corta» y advertencias. Sobre el nivel general de actividad económica, el economista afirma que la recesión post devaluación de abril del año pasado fue “más rápida de lo esperado, profunda pero corta”. El rebote, que él define como una “V corta”, mostró en su punto más alto una velocidad de crecimiento equivalente al 10% anualizado. “Esos niveles no se sostienen indefinidamente, pero indican que la economía reaccionó”, destaca.

Sin embargo, reconoce que ese impulso podría estar perdiendo fuerza en los últimos meses: “Mayo ya mostró un amesetamiento y los datos de junio aún no están. Es probable que la recuperación se modere porque estamos entrando en la parte difícil: la que requiere inversión para sostener el crecimiento”.

Según su diagnóstico, en la etapa inicial de recuperación, el aumento de la actividad se logra aprovechando capacidad ociosa. Pero una vez que se supera cierto umbral, si no hay inversión, la expansión se frena. “Es lo que puede estar empezando a pasar. Por eso es urgente avanzar con las reformas necesarias para que haya inversión”, subraya.

Una política monetaria en transición. La reciente volatilidad cambiaria también puso el foco en la política monetaria del Gobierno. Para Utrera, lo ocurrido con la última suba del dólar “no fue un fracaso estructural, sino un traspié en la gestión de liquidez”. Explica que el equipo económico decidió pasar de un esquema en el que fijaba la tasa de interés y dejaba flotar la cantidad de dinero a otro donde fija la cantidad de dinero y deja que el mercado determine la tasa.

“Levantaron todas las Lefi y colocaron instrumentos del Tesoro como las LECAP. Pero licitaron menos de lo necesario y quedó mucho dinero en los bancos. Bajaron las tasas y, como consecuencia, subió el dólar. Tuvieron que salir a corregir sobre la marcha”, relata. Si bien considera que la situación será transitoria, admite que generó ruido: “Fue un error no forzado. El plan sigue siendo sólido, pero en plena campaña electoral, esto genera dudas. Afortunadamente tienen herramientas para calmar el mercado”.

Nuevo régimen económico: ¿ficción o posibilidad? Una de las ideas más insistentes de Utrera es que el país está intentando salir de su histórico régimen de “ineficiencia con dólar alto” para pasar a uno de estabilidad con competitividad genuina. “El viejo modelo nos hacía competitivos pero pobres. El nuevo, si se concreta, debería permitir que cada ganancia de productividad cuente”, afirma.

En ese marco, el tipo de cambio ya no debería ser la única herramienta de ajuste. “El chiste de subir el tipo de cambio para ganar competitividad termina licuando salarios y generando inflación. Podemos ser competitivos bajando costos, con reformas tributarias e institucionales, sin ser pobres”, insiste.

De hecho, plantea un ejemplo concreto con la industria de maquinaria agrícola: “Si se hiciera la reforma tributaria que el Gobierno tiene en carpeta, el costo de fabricar cierto cabezal bajaría de 115 mil dólares a 90 mil. Pero si no se hace la reforma y se busca esa competitividad con un dólar más alto, implica inflación y caída del salario real. Hay que elegir”.

La urgencia de las reformas y el rol del empresariado El motor que debería sostener el crecimiento a futuro son las inversiones, pero eso —reconoce Utrera— no va a ocurrir sin cambios estructurales. “El modelo económico que promete el Gobierno es uno con crédito disponible, sin el Estado compitiendo por los recursos de los bancos. Pero todavía estamos en la transición”, aclara. Y ahí aparece una de sus advertencias clave: “Las reformas no pueden quedar solo en manos del sector público. El sector privado tiene que involucrarse activamente, proponer soluciones concretas y construir consensos. Si no, todo queda en títulos”.

Desde Córdoba, asegura, ya se está trabajando en esa dirección. “Estamos identificando problemas puntuales como la litigiosidad laboral y proponiendo soluciones detalladas. Es urgente. Si no se avanza, el modelo nuevo no se consolida y volvemos al anterior”.

Para Utrera, el país está ante una oportunidad histórica que no puede desaprovecharse. “La transición hacia un régimen de estabilidad es posible, pero requiere reformas urgentes. No podemos seguir ajustando con salarios. Necesitamos competitividad de verdad, y eso se construye”, concluye.

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