El deporte de alto rendimiento atraviesa una polémica inédita con la llegada de los llamados ‘Juegos Mejorados (Enhanced Games)’, un evento internacional donde el doping no solo está permitido, sino incentivado. Su objetivo es crear una competencia global que desafíe el modelo de los Juegos Olímpicos y lleve el cuerpo humano al límite. Sin embargo, detrás del proyecto emergen vínculos con inversores republicanos, postulados transhumanistas y sospechas sobre los beneficios económicos que podrían obtener las farmacéuticas.
Desde su web oficial, los organizadores presentan el evento como una actualización del deporte tradicional. “Vivimos en un mundo transformado por la ciencia. Pero el deporte se ha estancado. Hasta hoy”, afirma su impulsor, el empresario australiano Aron D’Souza, que promueve los Juegos como un “nuevo paradigma de humanidad”. Según su visión, el doping controlado y voluntario no solo mejorará el rendimiento de los atletas, sino que impulsará innovaciones tecnológicas que impactarán en la salud de toda la sociedad.
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Pero la polémica no se agota en el uso de sustancias. El financiamiento del proyecto incluye a empresarios republicanos como Peter Thiel, cofundador de PayPal, Donald Trump Jr., hijo del presidente estadounidense, y Christian Angermayer, un inversor vinculado al transhumanismo y al negocio de la longevidad. Asimismo, las farmacéuticas, los laboratorios de genética, las plataformas de streaming y las empresas de equipamiento médico también aparecen en el mapa de actores dentro de esta polémica, entre rumores cruzados por sus posibles intereses detrás de los Juegos con doping libre.
La búsqueda de crear «superhumanos» y el polémico auge del transhumanismo
Los ‘Juegos Mejorados’ no solo están en el medio de la polémica por habilitar el dopaje, sino también por sus vinculaciones con una ideología: el transhumanismo. Esta corriente sostiene que la ciencia y la tecnología deben servir para potenciar el físico más allá de sus límites naturales. No se trata solo de correr más rápido o levantar más peso, sino de rediseñar la biología humana. Para Aron D’Souza, fundador del evento, la competencia es “un proyecto científico” y una plataforma para “mejorar la humanidad”. En sus palabras: “Nuestra biología dejará de ser nuestro límite”.
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Si bien D’Souza prefiere no identificarse como “transhumanista”, sus críticos aseguran que sus ideales se asemejan mucho a esta perspectiva filosófica que plantea como objetivo eliminar las restricciones biológicas mediante la integración de sustancias y tecnologías en el organismo. “¿Transhumanistas? Prefiero el concepto de superhumano mejorado por la ciencia, como los superhéroes de los cómics”, precisó D’Souza en una entrevista a Le Monde.
“No son una simple competición deportiva. Es un proyecto científico, un movimiento para mejorar la humanidad gracias al cual nuestra biología dejará de ser nuestro límite. La edad es una enfermedad que podemos curar y resolver gracias a la medicina de rendimiento. Imaginad si viviéramos más tiempo, más fuertes y con mejor salud ”, agregó.
En este sentido, en la web oficial del evento se promociona la llamada Declaración sobre el Mejoramiento Humano, redactada en el marco de la Primera Conferencia sobre la Mejora Humana celebrada en el Parlamento británico en 2024. Allí, un grupo de científicos, empresarios e inversores defendió el derecho de cada individuo a “ser extraordinario”, a “elevar sus capacidades físicas y mentales” y a “evolucionar más allá de lo que alguna vez fue”. La excelencia, aseguran, no puede estar limitada por “fronteras arbitrarias”.
Curiosamente, entre los referentes de esta conferencia figuraban Bryan Johnson, un millonario excéntrico obsesionado con la longevidad que recibió transfusiones de plasma de su hijo adolescente; Dave Asprey, impulsor de la dieta cetogénica Bulletproof; y George Church, un genetista de Harvard que sueña con resucitar a los mamut. Todos respaldan una medicina que deje de ser curativa para convertirse en una herramienta de mejora continua. En esa lógica, la vejez se trata como una enfermedad y la muerte como un problema a resolver.
Desde esta perspectiva, el deporte no debería estar restringido por reglas tradicionales, sino convertirse en un laboratorio para explorar los límites del cuerpo humano. Para ello, D’Souza propone trasladar el modelo de los mercados financieros al ámbito médico: así como hay “inversores acreditados” que asumen riesgos con productos financieros no regulados, también debería haber “consumidores científicos informados” que accedan a mejoras corporales con consentimiento médico. “La autonomía corporal es un derecho humano fundamental”, insiste.
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Erradicar el envejecimiento, manipular el genoma humano y retrasar la muerte parecen ser los verdaderos motores detrás de algunos de los impulsores de los Juegos. Otro de ellos es Christian Angermayer, cofundador y presidente de la sociedad ‘Enhanced Games’, y gestor de un fondo de inversión de 2.500 millones de dólares. En su sitio web, declara abiertamente su visión transhumanista: “Construyo empresas que moldean la Próxima Agenda Humana: un futuro donde la tecnología permita vivir más tiempo, más sanos y más felices”. Además, Angermayer promueve el uso de psicodélicos como forma de dopaje mental.
Algunos de sus detractores aseguran que este discurso entronca ideas ya vistas en el siglo XX. Se trata del ideal del “superhombre”, el cual alcanzó su apogeo en los años 30 por los regímenes de Benito Mussolini y Adolf Hitler, quienes impulsaron el culto a la fuerza física, la experimentación científica humana y el dopaje como forma de que sus deportistas y soldados superen todos los límites existentes. Tras la derrota del fascismo, ese imaginario se disolvió. Pero hoy reaparece, actualizado por Silicon Valley, los laboratorios de biohacking y ciertos sectores del libertarismo estadounidense.
Los inversores republicanos detrás de los ‘Enhanced Games’
Detrás del proyecto de los ‘Juegos Mejorados’ no solo hay una propuesta disruptiva para el deporte, sino también una arquitectura financiera y política alineada con sectores republicanos de Estados Unidos. El fundador, Aron D’Souza, un empresario australiano con formación en Derecho y Filosofía en Oxford y Melbourne, logró tejer alianzas con figuras clave del universo libertario, muchas de ellas vinculadas al movimiento MAGA impulsado por Donald Trump.
Su principal socio financiero es Peter Thiel, cofundador de PayPal, uno de los inversores más influyentes de Silicon Valley y un animoso proveedor de fondos para las campañas electorales de Trump. Thiel no solo aportó capital inicial para los Juegos, sino también legitimidad ante otros fondos interesados en el proyecto. En el anuncio oficial de los ‘Enhanced Games’, su nombre fue destacado como el primer gran respaldo tecnológico, y desde entonces se volvió uno de sus principales promotores. El magnate, crítico del sistema regulatorio y de lo que llama “estatismo progresista”, lleva años financiando iniciativas antienvejecimiento y proyectos transhumanistas.
A él se suma Donald Trump Jr., hijo del presidente estadounidense, a través del fondo 1789 Capital. Esta firma, cofundada por él y el empresario Omeed Malik, se presenta como una plataforma “anti-woke” que invierte en empresas disruptivas y “en defensa de los valores tradicionales”. En 2024, 1789 Capital inyectó varios millones de dólares al proyecto, en una ronda de financiamiento que los organizadores publicitaron de inmediato en sus redes. “Los ‘Juegos Mejorados’ representan el futuro. Se trata de excelencia, innovación y dominio estadounidense en la escena mundial”, proclamó Trump Jr. en un comunicado.
Junto a ellos aparece nuevamente Christian Angermayer, el millonario alemán especializado en biotecnología y salud mental, quien no solo invirtió en el proyecto sino que figura como cofundador. Desde su fondo Apeiron Investment Group financió investigaciones con psicodélicos, inteligencia artificial y longevidad. En la página oficial de Enhanced, Angermayer celebra que los Juegos estén alineados con su visión de la “Próxima Agenda Humana”, una idea que busca romper los límites de la biología tradicional mediante la ciencia.
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El ecosistema de inversores se completa con Balaji Srinivasan, ex director de tecnología de la plataforma cripto Coinbase. Todos ellos comparten una lógica común: desconfianza hacia las regulaciones estatales, apología de la libertad individual, exaltación del riesgo como motor del progreso y un marcado interés por las tecnologías de mejoramiento humano. Para Thiel y sus socios, los ‘Enhanced Games’ no solo son un negocio, sino una declaración de principios.
Esta red de inversores libertarios encuentra además un contexto político favorable en Estados Unidos, donde se realizarán los primeros Juegos. Desde su regreso a la presidencia, Donald Trump manifestó en reiteradas ocasiones su interés por el deporte como instrumento político-cultural. Fue el primer mandatario en funciones en asistir al Super Bowl y firmó órdenes ejecutivas que restringen la participación de personas transexuales en competencias femeninas. Su entorno ve a los ‘Juegos Mejorados’ como una bandera contra lo que consideran el “deporte políticamente correcto”.
La inversión también se explica por una lógica de oportunidad. En un escenario global donde los derechos de transmisión, el espectáculo deportivo y las apuestas online generan cifras millonarias, la idea de un torneo sin regulaciones estrictas resulta atractiva para los magnates. “El dinero nuevo ha sacudido al deporte”, reconoció D’Souza.
¿Las farmacéuticas son beneficiadas con los ‘Enhanced Games’?
A medida que los ‘Enhanced Games’ avanzan hacia su primera edición en mayo de 2026, una pregunta clave se instala en el debate público entre los más escépticos: ¿quién se beneficia realmente de esta competencia? Más allá del espectáculo y las promesas de superhumanos, todo apunta a que detrás del evento hay un ecosistema económico que involucra laboratorios, empresas de biotecnología y fabricantes de tecnología médica.
Si bien desde la organización aseguran que la industria farmacéutica “no se beneficiaría en absoluto de esto”, una cosa es cierta, y es que D’Souza ve algún tipo de beneficio en la venta de equipamientos médicos, ya que Enhanced reveló planes para lanzar una empresa paralela con Productos de Rendimiento Mejorado, como suplementos y terapias médicas. Basada en una experiencia de telesalud, la compañía planea brindar tratamientos con respaldo científico, los mismos que utilizarán los atletas en los Juegos, pero orientados al mercado masivo.
Esta estrategia posiciona busca posicionar a la empresa no solo como un organizador de eventos deportivos, sino como un nuevo jugador en el rubro de la medicina del rendimiento, un sector que promete mover miles de millones en los próximos años. De hecho, D’Souza argumenta que “la medicina de alto rendimiento y la tecnología antienvejecimiento serán los mayores motores económicos del siglo XXI”, y asegura que alargar un año la esperanza de vida podría generar un valor económico global de 38 billones de dólares.
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En ese contexto, la industria farmacéutica aparece como un actor ambiguo. Por un lado, algunos voceros, como el presidente de la Asociación de Fabricantes de Medicamentos de la India (IDMA), aseguran que los ‘Enhanced Games’ no modificarán el negocio: “Esto no tendrá ningún efecto en la industria farmacéutica”, dijo Viranchi Shah, al subrayar que los medicamentos utilizados en estas competencias ya se encuentran regulados y se comercializan solo con receta médica.
Por otro lado, es innegable que hay una oportunidad comercial para laboratorios, startups de biotecnología y clínicas privadas interesadas en posicionarse como proveedoras de tratamientos de mejora física y cognitiva. No se trata solamente de esteroides o hormonas de crecimiento, sino también de tecnología médica de punta, como pruebas genéticas, estudios de imágenes cerebrales, marcadores de longevidad y dispositivos de medición biométrica.
Además, los Juegos funcionarán como una vidriera global de estos productos, permitiendo mostrar resultados en tiempo real sobre cuerpos humanos sometidos a protocolos extremos. Incluso sin validación científica plena, esa exposición pública puede traducirse en demanda comercial. “La humanidad se beneficiaría. Los aficionados verán cómo se rompen más récords mundiales, y los contribuyentes no tendrán que financiar la infraestructura de los Juegos Olímpicos”, afirmó D’Souza en una entrevista, defendiendo este nuevo modelo.