La noche más esperada del año terminó con un ganador inesperado. Tato Algorta se consagró campeón de Gran Hermano 2025 y se llevó el premio mayor. Pero mientras en el estudio estallaban los festejos, un detalle no pasó desapercibido: la reacción incómoda de Ulises Apóstolo, el politólogo cordobés que llegó a la final como uno de los favoritos del público.
Aunque la transmisión oficial evitó enfocar rostros en el instante exacto del anuncio, hubo cámaras laterales y testigos presenciales que captaron el momento preciso en el que Ulises no pudo ocultar su decepción. Parado, con los brazos cruzados y una mueca entre sorpresa y bronca, el joven quedó helado al escuchar el nombre de su excompañero.
Según revelaron, Ulises apenas esbozó una sonrisa forzada cuando Tato fue proclamado ganador. “Se le borró la expresión por completo. Estaba convencido de que era él o Eugenia los que podían ganar”, contaron desde el entorno de la producción. No gritó, no aplaudió, no se acercó de inmediato. Solo se quedó en su lugar, procesando la noticia, en silencio.
Muchos seguidores del programa notaron su actitud y comenzaron a compartir el momento en redes sociales. “Ulises estaba muy seguro de que ganaba él. Ese gesto lo delató”, publicó un fan en X. Otros recordaron que durante los últimos días en la casa, el cordobés se mostró confiado y llegó a decir: “Yo siento que el premio es mío, lo percibo”.
EL GESTO QUE LO TRAICIONÓ
Aunque minutos después intentó recomponerse y felicitó públicamente a Tato, el daño ya estaba hecho. “Se lo notó frío, como si no pudiera digerir la derrota. Ni un abrazo ni un festejo real”, señalaron varios espectadores atentos a los detalles. Las redes también recordaron que Ulises había tenido algunas diferencias con Tato, a quien consideraba un jugador “que no arriesgó”.
En varios debates, incluso durante el reality, Ulises había cuestionado a los participantes que “no jugaban” o que se refugiaban en un perfil bajo. Por eso, ver cómo el más callado se llevaba el premio lo impactó especialmente. En palabras de un exhermanito, “es como perder un partido que creías ganado por goleada”.
La incomodidad también quedó reflejada en el breve abrazo que le dio a Tato tras la consagración. Fue más formal que cálido, y se notó cierta tensión en el ambiente. Incluso Luz, la finalista jujeña, pareció más relajada que él pese a haber quedado en el cuarto puesto.
Ulises había llegado a la final con una base sólida de seguidores, especialmente en Córdoba, su provincia natal. Su discurso firme, su estilo serio y su carrera como asesor legislativo lo habían posicionado como el candidato “racional” del reality. Pero, como muchas veces pasa en Gran Hermano, el público eligió a quien menos se esperaba.
“Hay cosas que no se entienden, pero así es el juego”, habría dicho Ulises en voz baja al retirarse del estudio, según testigos. Y aunque en redes hay quienes todavía piden “recuento de votos”, lo cierto es que la corona ya tiene dueño.
“No me sorprendió el resultado, pero sí me dolió un poco. Pensé que tenía chances reales”, admitió Ulises fuera de cámara.