A pocos días del partido ante Gimnasia en La Plata, poco se sabe del equipo que va a jugar y del sistema táctico que va a utilizar. Lo mismo pasó en casi todos los partidos anteriores que jugó el River de Gallardo: nunca salió ni cerca de memoria el equipo y siempre hubo muy pocos titulares indiscutidos e inevitables.
Es que en esta etapa de la temporada lleva sólo 3 triunfos en los últimos 10 partidos, y por eso no tiene asegurado un buen lugar en la zona alta de la tabla de la Liga, lo que no le permite descansar jugadores ante Gimnasia LP. Y por el empate ante Barcelona de local, está obligado a no perder con Independiente del Valle la semana que viene.
Con este panorama, y en la antesala también del Superclásico del 27 de noviembre, esta situación de incertidumbre en cuanto al equipo y a la táctica se hace más evidente, porque además está cruzada por las lesiones existentes y por el temor a las que pueden aparecer por la acumulación de partidos.
Si hoy mismo se mide con los aplausos qué jugadores deben jugar de titulares, se cuentan con menos que los dedos de una mano a los que aprueban: Franco Armani, Gonzalo Montiel, Enzo Pérez y Franco Mastantuono. Se podría agregar al chileno Paulo Díaz, pero está desgarrado y volverá en mayo a jugar.
En la defensa, incluso hay dudas con Lucas Martínez Quarta porque tiene cuatro amarillas y, si lo amonestan el viernes, no puede jugar contra Boca. Ahí hay una duda. Asoma González Pírez como alternativa, y jugará Germán Pezzella. En el lateral izquierdo es otro panorama incierto porque Acuña no es Acuña y Casco puede tener su lugar.
En el medio, se espera la vuelta de Giuliano Galoppo —no juega desde el 12 de febrero, cuando se desgarró y luego se resintió— y está descartado por tendinitis Maxi Meza, que quizá tampoco juegue ante Independiente del Valle. Luego, la lista de los que pueden tener su chance es larguísima: Nacho Fernández, Lanzini, Simón, Aliendro y Rojas.
En la delantera, fueron tantas las variantes que usó el Muñeco Gallardo —cada dos partidos juega una fórmula ofensiva diferente— que las dudas aumentan. Allí, el nombre de Miguel Borja funciona casi como símbolo y síntoma. Es el único jugador presente en todos los partidos y viene de hacer el gol del empate ante Talleres, el cuarto que anota siempre entrando desde el banco.
Los otros jugadores son también una incógnita: no logran jugar dos partidos buenos y, en lugar de hacer méritos para entrar, hacen méritos para salir. Y si tienen nuevas oportunidades, es porque los que ingresan hacen lo mismo que los que salen: juegan mal. Las menciones son para Seba Driussi, que aún no anotó goles y hasta erró un penal; Gonzalo Tapía, que hace dos partidos ni siquiera concentra; Facundo Colidio, que en un partido hace un golazo y al siguiente desperdicia jugadas clarísimas; y el chico Subiabre, que es simplemente un chico.
River se juega mucho en lo que resta de abril, y tantas dudas en el equipo no hacen más que agigantar el problema. Con 32 jugadores que pasaron por el equipo, con apenas uno solo presente en todas las presentaciones, con media decena de sistemas tácticos usados, con 27 apellidos que alguna vez fueron titulares, y con menos goles que partidos jugados, a River le urge salir de la incertidumbre.