El reciente fallecimiento de Vargas Llosa en Lima a los 89 años ha dejado un vacío en el mundo cultural. Sin embargo, su legado perdura en sus obras y en sus firmes convicciones sobre temas fundamentales.
Una risa que dijo más que mil palabras
En una entrevista con el periodista mexicano-estadounidense Jorge Ramos, Mario Vargas Llosa fue cuestionado sobre el uso del lenguaje inclusivo, específicamente sobre términos como «todes».
El escritor respondió con una carcajada espontánea, seguida de una explicación clara:
«El lenguaje es algo que nace naturalmente y sobre eso se establecen ciertas reglas. Nosotros tenemos en el español clarísimamente un masculino inclusivo».
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Ante la insistencia de Ramos sobre si este uso no era machista, Vargas Llosa fue enfático:
«Ese es un camino muy peligroso. Desnaturalizar profundamente el lenguaje en nombre de un feminismo mal entendido… es una tontería que de ninguna manera yo voy a aprobar».
Un legado de claridad y compromiso
Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010, no solo fue reconocido por su vasta obra literaria, sino también por su compromiso con la claridad y la precisión en el uso del idioma.
Su postura contra el lenguaje inclusivo no fue un acto de provocación, sino una defensa de la coherencia y la lógica lingüística.
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En tiempos donde la confusión y la ambigüedad amenazan la comunicación efectiva, la posición del peruano resalta la importancia de preservar la estructura y las reglas que han regido el español durante siglos.
Su rechazo al lenguaje inclusivo es un recordatorio de la necesidad de mantener la integridad del idioma frente a modas pasajeras.
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En honor a su memoria, recordamos sus palabras y su compromiso con la verdad y la claridad:
«Desnaturalizar el lenguaje porque se considera que el lenguaje es machista, es una tontería que de ninguna manera yo voy a aprobar».
Mario Vargas Llosa nos deja una lección invaluable: la defensa del idioma es también una defensa de la cultura y la razón.