Las estaciones de servicio son la cara de una larga cadena de valor que comienza en el pozo de producción de petróleo de cualquiera de las cuencas productivas del país, sigue con su tratamiento, transporte, destilación en las refinerías y recién el paso a la venta minorista al usuario final, en lo que es una de las principales fuentes de ingreso de las petroleras.
A comienzos de este 2025 el universo de estaciones de servicio ascendía a 5310 bocas de expendio en todo el país, algo que lejos de reflejar una caída del negocio representa un crecimiento del 6% frente a las 5.002 identificadas en 2021 por la Federación de Empresarios de Combustibles (Fecra).
Ese avance, no es un dato menor ante la visibilidad que ofrece el fenómeno del cierre de surtidores que se vienen registrando en las zonas más densamente pobladas de las principales ciudades del país, empujadas por el negocio inmobiliario y cuestiones de códigos urbanos más restrictivos.
En ese escenario hay una fuerte puja de las marcas por ganar participación de un mercado que por la baja rentabilidad y la fuerte regulación del precio requiere cada vez de mayores volúmenes de venta que en conjunto superaron al cierre del año pasado los 1,8 millones de m3 mensuales, de acuerdo a las últimas cifras de la Secretaría de Energía.
Si bien la cifra no es una referencia en sí misma, ayuda a comprender la dinámica del mercado que históricamente en la Argentina la compañía líder del segmento de comercialización minorista de combustible es YPF con 55% de market share en naftas y 56% en gasoil, un desempeño que se logra por la penetración que tiene en todas las regiones del país su red de 1609 estaciones.
Cuatro marcas lideran el mercado de combustibles con el 96% del market share
YPF es la principal petrolera integrada, es decir que controla desde la producción de crudo en sus áreas de producción fundamentalmente de Vaca Muerta, y la producción de una amplia gama de combustibles en sus refinerías de La Plata y de Luján de Cuyo, en Mendoza, las de mayor capacidad del país.
Estaciones de servicio: luego de YPF cómo se posiciona el resto de las marcas
El mercado local se encuentra fuertemente concentrado en cuatro grandes cadenas que en conjunto representan el 96% de las ventas: se trata de Shell que en la Argentina opera con licencia de marca a cargo de la brasileña Raizen, Axion que pertenece al holding energético de la local Pan American Energy, y Puma del gigante trader global de energía Trafigura.
En ese virtual ranking de estaciones de servicio, la segunda gran operadora en la Argentina es la marca Shell que cuenta con 871 bocas, y una participación de mercado del 23% en naftas y 17% en gasoil. La compañía no tiene vinculación societaria con Shell Argentina -que opera en Vaca Muerta- pero si le adquiere la mayoría del crudo que utiliza en su refinería de Dock Sud.
La composición de las denominada Big Four se complementa con Axion y su cadena de 546 estaciones que le permiten alcanzar un 15% del total de las ventas de naftas y un 13% de las de gasoil, combustibles que procesa en su refinería del partido bonaerense de Campana, una de las más modernas del país y de la región.
Un poco por debajo de las tres históricas se ubica un nombre de peso como Puma que promete dar pelea en el ranking los próximos años por la capacidad de su controlante accionario, uno de los mayores traders internacionales. Hoy la marca cuenta con 338 bocas y una destilería propia que las abastece desde la terminal Elicabe, en el complejo petroquímico y portuario de Bahía Blanca.
En el análisis de las cifras se podría afirmar afirmar que hay un quinto gran jugador silencioso que aún sustenta 1002 bocas de expendio y que son las denominadas estaciones de bandera blanca, es decir pequeñas pymes que no forman parte de ninguna red, que compran sus combustibles a terceros pero que mueven un porcentaje sustancialmente menor del mercado.
Más de 5.000 estaciones de servicio se distribuyen en todo el país.
Ese segmento viene en fuerte retracción ya que en 2021 contaba con 1.526 estaciones, lo que evidencia una caída al presente de casi el 20%, producto de la atracción que viene generando el resto del mercado, en particular nuevos actores que buscan posicionarse.
A este nuevo escenario se suman Dapsa, del holding nacional Sociedad Comercial del Plata, con 154 bocas de expendio; la estadounidense Gulf actualmente en manos de capitales indios con 89 estaciones; la cadena Refinor actualmente en manos de la sociedad del fondo inversor Integra e YPF con 74 estaciones; y la más novel Voy que pertenece a RefiPampa, parte de Kalpa Group, con 26.
El negocio de combustibles se transforma
La irrupción de la transición energética, la evolución de un negocio complejo y de fuerte regulación, e incluso los cambios de costumbres en las ciudades están llevando a una transformación de la ecuación en las estaciones de servicio.
Por un lado, hay una incipiente diversificación hacia nuevos energéticos en la oferta de los surtidores pensando en combinaciones más sustentables como el Gas Natural Comprimido -un segmento histórico que hoy cuenta con 597 estaciones de servicio- pero que empiezan a convivir con surtidores dedicados a biocombustibles, cargadores eléctricos, y quizás en un futuro no muy lejano con hidrógeno.
Pero el negocio ya tiene largamente incorporado que el cliente no solo va a cargar combustible sino que consume una oferta amplia a través de las tiendas de conveniencia o de un restaurante o un local de comidas rápidas, o de compras de productos de marcas reconocidas, todos desarrollos que encuentran un ámbito ideal en las nuevas urbanizaciones.
Así, las estaciones se convirtieron en un punto de encuentro hasta para quienes no poseen un vehículo y esa tendencia de los últimos años fue registrada por las principales marcas que hicieron de sus tiendas de conveniencia un motivo de atracción en sí mismas, ya sea por el nivel de servicio, por la oferta diversificada o por alianzas con terceras marcas reconocidas.
Esa necesidad de mayor espacio limita la evolución de las locaciones encapsuladas en ámbitos urbanos densamente poblados ya que no pueden extenderse a otros negocios vinculados que en algunos casos ya representan hasta el 30% de la facturación mensual de una estación de servicio, cuyo core tiene una política de precios fuertemente regulada.