miércoles, 8 enero, 2025

Así se ve el primer videoclip musical grabado en el Perú, que este 2025 cumple 60 años

El primer videoclip musical de la cinematografía peruana, grabado en 1955 en las empinadas calles del Rímac, regresa a la memoria colectiva, reviviendo una Lima llena de nostalgia y criollo sabor. (YouTube / Archivo peruano de imagen y sonido)

A mediados del siglo XX, Lima vivía una efervescente transformación cultural. En el corazón del Rímac, un distrito que aún hoy conserva el alma criolla de la ciudad, se gestaba una revolución en el mundo de la música peruana.

Entre las huellas de su populosa historia, en un mayo de 1955, un joven cantó su desdicha por una chica que le fue arrebatada por un “blanquiñoso” en un Cadillac. El tema, “Yo la quería, Patita”, inmortalizó la mirada nostálgica hacia la vida de la Lima de antaño. Con un videoclip que parecía perdido para siempre, la historia del audiovisual criollo se encuentra con un inesperado renacer.

En este contexto, la figura central es Mario Cavagnaro, compositor de la emblemática canción que, además de marcar la pauta para el dúo Los Troveros Criollos, representó uno de los primeros momentos clave en la historia del videoclip nacional. Cavagnaro, oriundo de la tradición criolla, dejó su huella al componer con la vivaz jerga del “replana” y darle voz a un tema que, décadas después, se revaloraría con una nueva mirada sobre la Lima popular.

Los Troveros Criollos, pioneros de la música criolla, transformaron la escena musical peruana en 1952, ofreciendo un estilo único que unió la tradición con la juventud y energía de la Lima vibrante. (YouTube / Archivo peruano de imagen y sonido)

Desde su primer resplandor en 1952, Los Troveros Criollos se consolidaron como un referente de la música criolla peruana. Integrados inicialmente por Jorge Pérez López y Luis Garland, el dúo dio inicio a una carrera plagada de éxitos que atrajo la atención nacional.

Con temas como “Vecinita”, los jóvenes artistas lograron cautivar la audiencia a través de sus interpretaciones alegres, cargadas de frescura y esperanza, una explosión musical que contrastaba con los tonos dramáticos de otras agrupaciones de la época.

El dúo alcanzó un éxito inmediato, destacándose en el popular programa radial “La hora del bancario” y luego ganando reconocimiento a través de sus apariciones en Radio América. Con un estilo propio que representaba el espíritu de la Lima vibrante y popular, Los Troveros Criollos marcaron un antes y un después en la historia de la música criolla.

Después de más de seis décadas, el primer videoclip musical peruano es desenterrado, mostrando la Lima de 1955 a través de un testimonio visual que resalta el alma criolla de sus calles y su gente. (YouTube / Archivo peruano de imagen y sonido)

Decenas de años pasaron antes de que el videoclip de “Yo la quería, Patita” viera la luz nuevamente. A pesar de ser uno de los primeros trabajos de su tipo en la historia del cine peruano, el material fue dado por perdido durante décadas.

Fue recién en 2013 cuando el Archivo Peruano de Imagen y Sonido (ARCHI) desenterró el video, un testimonio visual invaluable que muestra las primeras imágenes grabadas de la ciudad de Lima.

Filmado en los alrededores del Paseo de Aguas, en el histórico distrito del Rímac, las escenas capturan la vida cotidiana de aquellos años, cuando las calles aún conservaban el encanto de la Lima tradicional.

La escasa construcción alrededor del Cerro San Cristóbal, un joven que camina cabizbajo con su guitarra y un bar lleno de parroquianos, componen una suerte de poema visual que rememora el sentir de aquellos tiempos.

A través del redescubrimiento del videoclip, la Lima de antaño se presenta llena de nostalgia. Cada escena resalta la belleza simple de sus calles y nos permite conectar con un pasado lleno de historia.   (YouTube / Archivo peruano de imagen y sonido)

El redescubrimiento del videoclip no solo nos devuelve a una Lima olvidada por el paso del tiempo, sino que también nos permite valorar un producto de su época. La crítica del periodista François Guzmán, publicada hace algunos años, destacó la crudeza del montaje, mencionando que el corto parecía una “negación del cine”.

Sin embargo, la mirada moderna ha permitido rescatar lo mejor de esa pieza audiovisual: la fotografía sencilla, el montaje efectivo y la música de un tema que sigue resonando en el imaginario colectivo peruano.

El Rímac, con sus callejones empinados y sus paisajes tradicionales, se presenta como un personaje más en este relato. Cada rincón capturado por la cámara nos transporta a una época llena de contrastes: lo viejo y lo nuevo, lo popular y lo elitista, como se refleja en el diálogo de la canción que narra una historia de amor no correspondido, marcada por las diferencias sociales de la Lima de mediados de siglo. La canción sigue siendo un referente popular, una huella indeleble de la vida urbana de aquellos tiempos.

Cada uno de estos momentos refleja el espíritu criollo que, con el paso del tiempo, ha logrado mantener su vigencia, convirtiéndose en un emblema de la identidad musical peruana. Aunque los protagonistas han cambiado, su legado perdura en cada rincón de la ciudad, especialmente en esos primeros fotogramas de la historia audiovisual de Perú.

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