Desde hace un par de meses “los mercados” están eufóricos porque vienen embolsando millones de dólares con la bicicleta financiera.
¿Cómo funciona? Las grandes empresas, bancos e inversionistas traen dólares, los cambian a pesos y compran activos locales como títulos públicos, que rinden una tasa mucho más alta que la internacional.
El dólar fijo al 2% y las tasas en pesos más altas por la inflación, les permiten en poco tiempo comprar muchos más dólares de los que trajeron. Con este mecanismo las ganancias pueden llegar a ser casi 6 veces lo que obtendrían si le prestaran plata a la Reserva Federal de Estados Unidos.
No hubo ningún tipo de salto productivo, no hay lluvia de inversiones, en términos históricos la inversión es baja, no hay crecimiento económico.
¿Entonces cómo se sostiene este esquema? Es una alquimia financiera, como muestran las reservas disponibles del Banco Central que siguen en terreno negativo.
Caputo y Milei garantizan el “dólar barato” a base de endeudamiento y superávit fiscal gracias a un feroz ajuste sobre los trabajadores
Paréntesis: como el dólar quedó “barato”, los salarios medidos en dólares subieron, que no es lo mismo que decir que cobramos salarios en dólares. Está claro: si no llegamos a fin de mes, comprar dólares ni hablar.
Por último, este esquema ya lo tuvimos varias veces en nuestra historia: al final de la Convertibilidad, al final del gobierno de Cristina Fernández, con Macri y el propio Caputo en 2017 (donde además terminamos con la vuelta del FMI) y al final del gobierno de Alberto Fernández. Pero cuando estos capitales se retiran causan estragos, y los gobiernos aplican fuertes devaluaciones que se trasladan a precios, y así, a nuestros bolsillos.
¿Vamos a permitir que sigan haciendo su fiestita con la nuestra?