Este sábado, el influencer libertario “Gordo Dan” encabezó el lanzamiento de la agrupación “Las Fuerzas del Cielo”. Pablo Semán advirtió que hay una espiralización de la violencia, y aunque comparó al grupo con los inicios de La Cámpora, destacó que, a diferencia de los kirchneristas, los libertarios están “en primer plano”. “Lo que está pasando es un paso más y es preocupante” afirmó en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).
Pablo Semán es doctor en Antropología Social, licenciado en Sociología e investigador del CONICET. Además, es profesor del Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad de San Martín (UNSAM). Sus investigaciones se centran en las experiencias religiosas, sociales, literarias y políticas de los sectores populares.
¿Creés que la guardia pretoriana de Las Fuerzas del Cielo como faro armado puede presagiar vientos violentos, o fue una broma?
Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Creo que no presagia nada bueno en el sentido de que esto no es nuevo, y siempre que se ha presentado le ha causado daños a la política argentina. En este caso veo algo que agrava algo que existía desde antes.
Al estudiar los inicios de La Libertad Avanza (LLA), Melina Vázquez, que colaboró en el libro “Está entre nosotros”, decía que los militantes de LLA proponían ser una imagen especular de La Cámpora, es decir, querían ser como ellos, pero de derecha. Yo creo que lo han logrado y que han hecho más que eso.
No quiero olvidar que la referencia a la necesidad de radicalizar y violentar no nace sólo de esto. Alguien tiene que hacerse cargo de qué quiere decir “los soldados de Perón”, más allá de que yo pueda tener cercanías al peronismo. No quiero empezar una cosa de quién tiró la piedra primero porque también es verdad que lo que está pasando es un paso más y es preocupante.
Las cosas que se dicen tienen consecuencias. Yo no las puedo adivinar, pero todo esto ocurre en un proceso de densificación política, organizativa e ideológica de LLA que tiene características excluyentes en lo político, pero también en el terreno social y económico.
¿Qué se puede esperar de bueno de una escenificación así de la actividad política? No quiero decir que esto se vaya a trasladar a los actos, pero me parece que no es la mejor forma de encarar un proceso político. Inclusive sin violencia, el partido propone un nivel de exclusión simbólica preocupante.
Además, todo esto tiene que ver con una mala forma del debate político. No es lo mismo que en el primer plano de una fuerza política estén los argumentos a que haya un grupo de barrabravas. No es bueno que un grupo de barrabravas coquetee con premisas mussolinianas. Eso no me augura nada bueno como no me auguró nada bueno muchas cosas que critiqué del peronismo.
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La Cámpora nunca utilizó la idea de guardia pretoriana como los soldados de Perón. El planteo de ellos siempre fue más del orden discursivo…
Sí, y esto es un salto cualitativo y la recuperación de una figura violenta. No sé si se puede entender como una broma, y hay una estrategia oscura de decir que no se dijo lo que se dijo. En ese sentido, es peor que La Cámpora. Al mismo tiempo, La Cámpora organizaba actos de escupitajos frente a fotos de periodistas, pero no estaban tan en primer plano.
Lo que veo es la espiralización de la violencia, que por ahora es simbólica. No quiero decir que esto necesariamente traerá la acción de un grupo armado, y tiemblo al pensarlo. No por un miedo personal, sino porque al país le haría muy mal ese tipo de faccionalización. En el país existen antecedentes de formas de faccionalización muy excluyentes, y no es necesario que lleguen a la violencia para que sean horribles.
Alejandro Gomel: ¿Cómo ves el proceso del peronismo a partir de la asunción de Milei al Gobierno?
Al peronismo lo veo en la misma posición en la que estaba el día del balotaje, es decir, sorprendidos y sin haber empleado el más mínimo tiempo en hacer una autocrítica. Además, como otra parte de la oposición, están agarrados de una hipótesis política que no se va a dar.
La hipótesis plantea que va a haber una crisis económica, que esto se va a desfondar y que los náufragos van a quedar libres y hay que armar un barco para llevarlos. Para armar un barco hay que poner un mascaron de proa, y todos se pelean por ser el marcaron de proa. Es mucho más complejo que eso.
Tampoco creo que al Gobierno le vaya a ir bien, o no lo sé porque no soy economista. Sí me parece que el Gobierno ha logrado un favor simbólico que ha logrado el Gobierno porque las élites políticas que componen a la oposición estuvieron y están tan enamoradas de sí mismas que se olvidaron de la gente, y es muy difícil que puedan remontar el desprestigio.
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En ese sentido, Cristina hace todo lo posible para obturar la renovación de la fuerza política que conduce. Finalmente, eso es malo para el peronismo, para la Argentina, que necesita una oposición mejor, y para ella.
El peronismo a veces libra batallas que son como dar un golpe de estado en Reino Unido para ganar la interna de la unidad básica de Ituzaingó, es decir, batallas que no tienen relación entre los fines y los medios.
Cristina es una de las principales políticas del surgimiento de Milei y no está haciendo nada útil para revertir eso. Tampoco es la única, y ni siquiera es la peor. La oposición está pensando desde enero que el Gobierno se cae en marzo.
Elizabeth Peger: ¿Lo que llamás oposición no es un universo más amplio? ¿No es la política tradicional?
Estoy de acuerdo con la ecuación de que no es Cristina, es la oposición en general, y no es la oposición en general, es la política tradicional. La política tradicional tiene una brújula y una cartografía que no funciona. Además, esto está relacionado con que Milei tiene iniciativa y la opción es meramente reactiva.
La pobreza de la hipótesis política de la oposición, que es esperar que se caiga, es parte de ese fracaso de la política tradicional. Los políticos se tendrían que confrontar a esto, y ahí hay un problema personal afectivo. Toda su vida invirtieron en una forma de pensar y hacer las cosas que fracasó y no funciona más, en parte porque cómo operaron esas formas. Es difícil hacerse cargo de esta derrota que tiene muchísimos padres.
Claudio Mardones: Nos encontramos con la foto del acto del Gordo Dan y el mensaje de que son el brazo armado. Del otro lado también hay una radicalidad de ultra derecha desde Victoria Villarruel. ¿Qué ves de ese proceso?
Lo que veo es que lo que aporta ideológicamente Villarruel a LLA es más importante que el conflicto que ella trae. El proceso político del mileismo consiste en la fusión entre el liberalismo y el nacionalismo de derecha. Eso que antes no encontraba una solución estable, porque los liberales no eran tan nacionalistas y los nacionalistas no eran tan liberales, encontró estabilidad.
Algunos de los participantes del acto dijeron que cuando el liberalismo se pone un poco bilardista, nos llaman ultraderecha. El bilardismo del ultraliberalismo consiste en asimilar el nacionalismo como una especie de combustible espiritual.
Además, se reconfiguraron los horizontes globales del liberalismo, porque el liberalismo era abrirse al mundo, pero el mundo no está. El liberalismo ahora se abre a la geopolítica y a los conflictos de la actualidad, donde se alinean dentro del bando conservador, sin importar si es ruso o americano.
El cambio del contexto internacional facilita esa fusión entre el liberalismo y el nacionalismo porque ahora el liberalismo no necesita ser tan cosmopolita y, por ende, entra en menos contradicción con el nacionalismo. La parte nacionalista la aporta Villarruel.
Lo otro que veo es que cuando bajó la popularidad de Milei hace unos meses, Villarruel subió, y eso muestra la fortaleza de ese espacio. El tercer elemento es el conflicto entre Villarruel y Milei, que por ahora está resuelto a favor de Milei.
Todas las acciones que encara Villarruel son las acciones de un vicepresidente arrinconado, como siempre pasó con los vicepresidentes en Argentina. Siempre hacemos especulaciones y nunca pasa nada, salvo en el caso de la vicepresidenta Cristina Fernández Kirchner.
Los aportes ideológicos y los aportes políticos son más importantes que el conflicto político entre Villarruel y Milei. Una parte del repertorio de la discusión política argentina es entregarle al vicepresidente un rol que no ocupa. Ese rol no lo ocupó Scioli cuando fue vicepresidente, y sí pasó con Chacho Alvarez es porque renunció.
Es mucho más importante el aporte político de Victoria a la fórmula de LLA, que es un aporte que ella hace incluso a su pesar. Ella quisiera retirar una parte de su apoyo para ganar protagonismo, pero no puede, aunque en la opinión pública mide bien.
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En tu libro “Está entre nosotros”, se comienza haciendo un repaso de los distintos sectores de la derecha argentina. ¿Qué hay de nuevo en esto? ¿Hubo un crecimiento?
Lo primero que ocurrió es esta fusión entre el liberalismo y el nacionalismo que es más estable y tiene otro horizonte geopolítico. Se intentó una fusión en algunas dictaduras, pero cambió el mundo. Por ejemplo, Videla sostenía su relación con Rusia pero la ocultaba, y estos no.
Lo segundo es que esta derecha ya no es una derecha de masas, es una extrema derecha de masas, y también cambiaron las proporciones de la representación política. Generalmente se mide la opinión pública sobre la base de un cuadrante entre el conservadurismo y el progresismo por un lado, y el estatismo y liberalismo por el otro.
El proceso político cambió ese mapa porque, como dicen los teóricos europeos, se normalizó a la derecha. Si eso sucedió efectivamente, el mapa cambió porque las categorías de la extrema derecha se volvieron admisibles.
En lugar de liberales y estatistas, y conservaduristas y progresistas, hay una oposición entre democráticos y autoritarios, y entre igualitarios y jerárquicos. El subsuelo de los supuestos de la política se sublevó, y todo parece anclado en argumentos más extremos.
Al mismo tiempo, la opinión pública está más cerca del lugar en el que se cruzan el anti igualitarismo con el autoritarismo. Por eso es que la oposición tiene dificultades, porque sigue pensando con el mapa anterior.
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