Entre las múltiples teorías que se plantearon en el mercado respecto de los motivos de la suba del dólar paralelo, y hasta qué punto puede alterar el plan económico del Gobierno, no faltó la versión que indica que, en el fondo, esta movida podría ser funcional a la estrategia del ministro de Economía Luis «Toto» Caputo.
La explicación es que, como el tipo de cambio que reciben los productores agrícolas tiene una parte que cotiza según el «contado con liquidación«, cada vez que sube el paralelo se acentúa el incentivo de exportar en vez de retener la soja en los silobolsas.
Dólar: cuánto subió el tipo de cambio «blend» para el agro
Puesto en números, ese «blend» -80% al dólar oficial mayorista y 20% al CCL- cotiza a $963,70 después de la devaluación en el mercado paralelo. Hace una semana, lo que recibían los exportadores era $926,80. Es decir, una nada desdeñable suba de 4%, justo en un momento en el que se instala en el mercado la preocupación por la lentitud en la venta de la cosecha gruesa.
Eso es lo que llevó, por ejemplo, a que en uno de sus últimos reportes, la consultora LCG planteara que uno de los objetivos en la política de recorte de tasas de interés era, precisamente, la de canalizar los pesos desde los bancos hacia nuevos destinos, como el crédito productivo. Y, entre los efectos buscados, identifica el intento de «que la brecha aumente, para dar más aire al sector exportador».
Por su parte, la consultora Ecolatina plantea que una baja entrada de dólares del campo podría poner en riesgo toda la estrategia de Caputo, que intenta reforzar su compromiso con el «ancla fiscal», al generar la migración masiva de pesos desde los pases del Banco Central hacia los títulos de deuda del Tesoro.
Como quedó demostrado en la última licitación de Lecaps, la señal que quiere dar Caputo es que ahora el Tesoro asumirá el compromiso de mantener un superávit para seguir absorbiendo pesos del mercado por la vía de la cancelación de deudas. Por eso, destinó $700.000 -de los $11,7 billones que le prestaron los bancos- para recomprarle bonos al Central. Los pesos resultantes de ese pago quedan en el BCRA y no vuelven al mercado.
En el mercado se debate si la suba del dólar paralelo puede haber sido un efecto buscado por Luis Caputo para fomentar la exportación agrícola
Pero es una estrategia no exenta de riesgos, y uno de los principales es que entren menos dólares de lo previsto.
«Se pondrá en juego la recuperación de las reservas internacionales necesarias para la eventual unificación cambiaria, en un contexto de aumento de demanda de divisas por importaciones, fruto del esquema escalonado de 25% de acceso al MULC», argumenta Ecolatina.
Y advierte que, según qué tan fuerte sea la liquidación de agrodólares, podría concretarse el peligro de una mayor nominalidad en precios y tipo de cambio.
En otras palabras, que sin un ingreso robusto de divisas, se arriesga una volatilidad del mercado paralelo, con una presión para que el Central acelere la velocidad del crawling peg o que dé un salto devaluatorio.
La polémica de la corrida
Desde esa óptica, una suba del dólar paralelo hoy resultaría funcional, porque al incentivar a los exportadores estaría evitando una devaluación a futuro.
Es el argumento con el que los analistas cercanos al gobierno tratan de restarle dramatismo a la escapada del blue y los tipos de cambio financieros. Además, niegan que se pueda hablar de una corrida, dado que, pese a todo, el BCRA continuó comprando dólares -u$s189 el martes y u$s59 millones el miércoles-.
«Cuando se habla de una corrida es contra los dólares del Banco Central, no contra un mercado libre como el del dólar blue; la corrida se da en situaciones de pánico», planteó el economista Juan Carlos de Pablo, uno de los que tiene llegada directa a Javier Milei.
¿Cómo puede seguir la situación en el corto plazo? Eso dependerá de la percepción que tengan los productores agrícolas, en el sentido de si la suba del «contado con liqui» terminará aquí o si tiene chances de continuar.
Hasta ahora, aquellos que, contrariando los consejos de la mayoría de los expertos, retuvieron su stock en los silobolsas, sienten que estuvieron en lo cierto, porque ocurrieron los dos hechos que estaban esperando: subió el precio internacional y también el tipo de cambio. Si creen que en ambas materias todavía hay un recorrido alcista, mantendrán su actitud cautelosa.
Según las proyecciones de la Bolsa de Comercio de Rosario, el ingreso de dólares provenientes de la exportación será de u$s2.577 en mayo, de u$s2.793 en junio y de u$s2.426 en julio. Son cifras altas en comparación con el año pasado, pero no muy impactantes en comparación con la serie histórica. De hecho, la proyección es que la cosecha gruesa de este año deje un total de u$s33.000 millones, un tercio menos que la campaña de 2022.
Con la escapada del «contado con liqui» también mejoró la cotización del dólar blend que reciben los exportadores
Buscando el dólar sojero
La gran pregunta es cuál es precio del «dólar blend» que convenza a los productores sojeros de abandonar su actitud cautelosa y acelerar las ventas. El campo viene planteando sus quejas sobre la pérdida de márgenes de rentabilidad ya desde el verano, cuando el retraso del tipo de cambio respecto de la inflación no era tan grave como en este momento. De hecho, hay rubros, como el trigo, donde ya se habla de pérdidas.
Sin embargo, la evaluación que hace el gobierno -al menos, la que hace en público- no parece tomar en cuenta esas quejas. En una entrevista, Milei dijo que la brecha entre el blue y el tipo de cambio oficial es de apenas 8%, porque esa es la diferencia entre el «contado con liqui» y el dólar importador -el oficial más el 17,5% del impuesto PAIS-.
Fue un cálculo muy criticado por los economistas. Para empezar, porque Milei tomó como dólar oficial el minorista y no el mayorista, que es el que realmente se toma en cuenta para el pago de importaciones. Ya con esa corrección, la brecha crece cuatro puntos.
Pero, además, critican que Milei dé como dólar de referencia el de importación, porque asume como natural el desdoblamiento cambiario, según el cual los empresarios deben importar a un dólar más caro que el que reciben cuando exportan -sin contar que, en el caso de la soja, hay retenciones por un 33%-.
Si, en cambio, el cálculo de la brecha se hace comparando al CCL contra el dólar blend que reciben los exportadores, la distancia es de 30%.
Silobolsas llenos
Lo cierto es que a esta altura del año apenas se comercializó apenas un tercio de la soja, aun cuando se produjo una mejora en el precio internacional -producto de las inundaciones en el sur de Brasil, que recortó la oferta global-.
Y la consecuencia de esto es que el Banco Central, aunque sigue comprando divisas todos los días, no está acumulando reservas en la medida en que se había previsto. Claro que los números de exportación son grandes cuando se los compara con el desastroso panorama del año pasado, que estuvo afectado por una sequía récord. En cambio, si se toma como referencia el 2022, que fue un año excelente en volúmenes de producción y exportación, ahí la cosa cambia: el ritmo de entregas de los camiones en la zona portuaria de Rosario está un 25% abajo.
Los productores mantuvieron una actitud conservadora, a la espera de una mejora de los precios en el mercado de Chicago
Es una consecuencia, en parte, de las complicaciones logísticas que provocó en los últimos meses el exceso de lluvias, que hizo que se produjera un retraso de 12 puntos porcentuales en el volumen cosechado para esta fecha en comparación con el promedio de los últimos cinco años.
Pero ese no es el único problema, porque el hecho de que los camiones ingresen a la zona portuaria no implica necesariamente que se vaya a realizar la exportación, dado que hay aún un alto porcentaje de mercadería -un 62%, según los analistas- sin precio fijado.
Ese es un síntoma de baja disposición de los productores, que prefiere observar la evolución del mercado antes que deshacerse de la producción. De hecho, un comentario recurrente en el campo es que el producto más vendido en los eventos como Expo Agro fueron los silobolsas.
Curiosamente, es la misma actitud que, en los gobiernos peronistas, solía ser calificada como «extorsión». Después de todo, una nueva constatación de que a la hora de los negocios, billetera mata ideología.