Marcelo Balboa pide un minuto. Se levanta del sillón con su notebook y camina hacia la alacena en su casa de Denver, Colorado, en los Estados Montañosos. La Mile-High City. Saca tres mates, uno con los colores de la Argentina. También una caja de 12 alfajores, seis blancos, seis negros. “Está en mi sangre, vos sabés cómo es esto”, dice desde los Estados Unidos mientras sonríe, como si no hiciera falta decir más nada.
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Balboa. Su apellido resuena para los seguidores del fútbol. El icónico Mundial 1994 disputado en los Estados Unidos lo tuvo como uno de los emblemas. Su look, al igual que el de Alexi Lalas (”los rockstars”, dirá después), y su capacidad en el juego defensivo lo colocaron entre uno de los futbolistas más importantes de la historia norteamericana. Fue uno de los pioneros del soccer, pieza clave para construir un camino que por aquellos años era tierra sin explorar en el norte.
Tres mundiales disputados hablan por sí solos. Jugó el de Italia 90, brilló en USA 94 y empezó a despedirse en Francia 98. Aquella camada de jugadores plantó una semilla en lo que parecía un desierto. Fueron ellos quienes empezaron a evangelizar con un mensaje a sus compatriotas: en Estados Unidos también había lugar para otro fútbol, más allá del fútbol americano.
Los primeros años de Balboa: nació en Chicago, pero su sangre es argentina
Marcelo Balboa nació en Chicago, Illinois, en 1967. Aunque sus primeros pasos los dio sobre las costas del lago Michigan, sus padres son argentinos, lo cual es suficiente para entender todo: su amor por el fútbol, su pasión por los asados, la nostalgia por una tierra. La conexión estrecha con las costumbres rioplatenses es absoluta: está incrustada en su acento, en el voseo.
“Yo nací acá en Estados Unidos porque mi papá se fue de la Argentina para jugar al fútbol en Chicago. Nos quedamos tres años. Luego volvimos a la Argentina por otros tres y después regresamos a Los Ángeles. Y ya nos quedamos ahí”, recuerda Marcelo, ahora entrenador de la categoría Sub 14 de los Colorado Rapids y comentarista de la MLS para Apple TV.
Su padre, Luis Balboa, fue futbolista profesional y jugó en la NASL de los Estados Unidos, una de las ligas (1967 a 1985) que preparó el camino para la creación de la MLS, cuya primera temporada se jugó en 1996.
“En mi casa siempre se hablaba fútbol porque mi papá era profesional. Jugó en Comunicaciones, un partido en la Selección argentina B. Y para él, el fútbol es una pasión. Todos los fines de semana escuchaba la radio, sobre todo los partidos de River, acompañado por mi mamá. Nacimos con el fútbol en casa”, continúa para explicar por qué empezó a jugar al fútbol en los Estados Unidos en plena década del 70, cuando los niños y jóvenes no hacían eso.
El esfuerzo de su padre, la explicación de su éxito
Marcelo frena un segundo. Respira. Necesita hacerle un reconocimiento a su padre por todo lo que hizo. Sin su acompañamiento nada de eso hubiera ocurrido. Ni siquiera esta nota por Zoom que conecta la redacción de TN, en la Ciudad de Buenos Aires, con Denver.
“El fútbol no era grande en los Estados Unidos cuando yo era chico. Mi papá era mi técnico. Trabajaba de las 12 de la noche hasta las 7 u 8 de la mañana. Y cuando volvíamos de la escuela, mi papá nos llevaba con mi hermano a entrenar. En los 80 el fútbol no era grande acá”, cuenta, mientras descubre el telón de todo lo que hubo detrás de su exitosa carrera como futbolista.
Los padres de Marcelo Balboa son argentinos (Foto: IG @marcelobalboa17).
“Mi papá dormía un rato y nos llevaba a practicar. Entrenábamos tres veces por semana. Lo que hizo mi papá…no sé cómo explicarlo. No es como en la Argentina, que los chicos juegan al fútbol todo el día. Acá, más que nada en esos años, estaban con la pelota de fútbol americano o jugando al baseball. En esa época la gente no jugaba al fútbol. Yo siempre iba con mi hermano mayor. Teníamos 14, 15 años y jugábamos en ligas con muchachos de 28″.
“Como niño en Estados Unidos no podía soñar con jugar un Mundial porque teníamos ligas amateurs o semiprofesional hasta la llegada de la MLS. Pero con 14 años, me acuerdo, le dije a mi papá que quería jugar una Copa del Mundo. Él me preguntó qué iba a hacer para conseguirlo. ‘Entrenar’, le dije. Me respondió que no era suficiente. ‘Si lo vas a hacer, tenés que hacerlo así’, me contestó. Y empezamos a planificar todo. Hice cosas que nunca pensé que las iba a poder hacer”, narra.
El llamado de la AFA que llegó a destiempo
Balboa cuenta un dato desconocido, que de alguna manera llegó a destiempo. “Después del Mundial juvenil de 1987, que se jugó en Chile, la AFA llamó a mi papá y le preguntó por mí, por si era americano o argentino”, revela. El interés de parte de la Selección argentina fue real, pero a esa altura no había nada por hacer. “Yo ya había jugado para Estados Unidos y no podía cambiar. Me sorprendió”, continúa, todavía impactado por esa comunicación que ocurrió hace 37 años.
“Siendo americano, jugando para la selección de Estados Unidos, fue raro cuando me enteré de que en la Argentina me conocían. Nunca pensé que ellos supieran quién era Marcelo Balboa”,admite.
“Yo no quería saber porque en ese momento no podía hacer nada. Ya había jugado para Estados Unidos. Pasó lo que pasó. Estoy contento con la carrera que tuve. En mi vida pensé que iba a poder jugar tres Mundiales para Estados Unidos. Las Eliminatorias eran muy duras”.
Una nota escrita por el periodista Alfredo Relaño, publicada en el diario El País de España en pleno Mundial 1994, funciona como descripción de lo que era Balboa sobre el campo de juego. “Cacique atrás, duro sin excederse, y peligroso arriba, donde acudió puntualmente, del brazo del inolvidable Lalas a rematar todos los centros a balón parado sobre el área contraria. Se apuntó una de las jugadas de este Mundial: un remate de chilena, a la salida de un córner, que se escapó fuera por centímetros. Fue contra Colombia. Hubiera sido el gol del campeonato. Lástima”.
Boca lo quiso comprar y pudo haber jugado con Maradona
Pero no fue la única vez que Balboa pudo haber jugado en la Argentina. En 1995, después de la Copa América de Uruguay, en la que Estados Unidos terminó en el cuarto lugar, recibió un llamado de Boca.
“Tengo muchas fotos con la camiseta de River, seguía a River por mi papá cuando era chico. Pero después de la Copa América de Uruguay (1995) Boca me quiso comprar. Y ahí cambió un poquito la situación. Me gustaba Boca también. Estaba dividido. Lo que estaba claro es que si iba a jugar a Boca, mi papá me mataba”.
Balboa agradeció el interés del Xeneize pero, tras pensarlo mucho, dijo que no: “Me vieron jugar en el Mundial, en la Copa América, y me quisieron comprar. Pero yo ya estaba en México, con el León, y estaba establecido, tranquilo. Y me quedé”.
Un disparador pone a Balboa a imaginar un escenario que no se dio. “Maradona volvió a Boca en 1995, podrías haber jugado con él…”. Ante ese tema, retoma: “Mirá, la verdad es que cuando pasa el tiempo lo pensás más. Pero ya está, ya pasó. Me tocó jugar contra Caniggia, contra Maradona en amistosos. En la vida las cosas pasan por una razón. La carrera que tuve en León, en México, me encantó”.
Su rol como comentarista de la MLS y el día que se puso nervioso por Messi
El exdefensor nunca dejó de estar conectado con el fútbol. Además de entrenar a las categorías juveniles de los Colorado Rapids, se destaca como uno de los analistas más prestigiosos del fútbol norteamericano. Pero hubo algo que, a pesar de haber jugado tres Mundiales, lo puso nervioso: comentar a Lionel Messi en la MLS.
“Es un honor poder comentar a Messi. Antes estaba trabajando local con los Colorado Rapids y haciendo algunas cositas para TUDN. Cuando me dieron la oportunidad para el MLS Season Pass y me dijeron que querían que hiciera los partidos en español, me puse feliz”, reconoce.
“Toda mi familia es argentina. Me tocó hacer la final de Leagues Cup, con Messi y Nashville. Y la verdad no sé por qué pero fue la primera vez que me puse nervioso. Messi es un ídolo para todos nosotros los argentinos, para todo el mundo, mi papá…me puse nervioso. Fue algo especial. Siendo americano-argentino, es algo que soñás”.
Lo que relata luego suena increíble, pero tiene sus razones: “Jugar en un Mundial no me puso tan nervioso como comentar a Messi. En un Mundial podés controlar lo que está pasando, la posición, cómo cubrís. Pero hacer a Messi es distinto, sabés que muchos están escuchando. Cuando comentás a Messi sabés que los partidos son globales”.
Qué significa Messi para el fútbol de los Estados Unidos
Marcelo Balboa marca dos puntos fundamentales en la historia de la MLS. La llegada de David Beckham a LA Galaxy, en 2007, y el arribo estelar del mejor jugador del planeta, Lionel Messi, en 2023. “Leo cambió el fútbol. Y él está cambiando a esta liga como jugador y, si quiere, como dueño con Beckham de una parte de Inter Miami”, afirma.
“La MLS está creciendo. Lo vimos cuando llegó David Beckham. Explotó. En todo el mundo sabían del LA Galaxy. Después de que se retiró, esta liga necesitaba algo. Teníamos los estadios, la estructura, dueños nuevos. Pero necesitaba algo especial. Y desde la llegada de Messi se hizo global”.
“Messi le está abriendo los ojos a toda la gente que nunca le dio una chance al fútbol nuestro en los Estados Unidos. El fútbol americano 100 por ciento, el básquetbol también. Pero ahora siempre hay una celebrity, alguien especial, viendo a Messi jugar en la cancha. Él está cambiando nuestro fútbol, nuestra liga”, amplía.
“Hay gente que no suele seguir el fútbol, el soccer, y que son más del fútbol americano, pero que quieren ver a Messi igual”, detalla Balboa, y no duda: “Sé que haber ganado el Mundial, la Copa América, ayudaron. A Messi se lo ve feliz acá, con una sonrisa, tranquilo”.
Mientras que en la Argentina todos se preguntan si Leo estará en el Mundial 2026, para Marcelo no hay dudas de que tras jugar la Copa América de este año, justamente en los Estados Unidos, pondrá rumbo firme a la Copa del Mundo, que organizarán Estados Unidos, México y Canadá: “Para mí Messi va a jugar el próximo Mundial, 100 por ciento. En el nivel que está hoy, y estando acá en Estados Unidos, pienso que va a llegar”.
Marcelo Balboa, hijo de argentinos y con corazón rioplatense
Marcelo Balboa respira Argentina. “Tomo mate tres o cuatro veces por semana, como alfajores. Me encantan. Mi mamá y mi papá toman mate todas las mañanas y las tardes”, dice, y entonces va a buscar las pruebas: una caja de 12 Cachafaz y tres mates a mano para cuando quiera.
“Cuando voy a Los Ángeles, a la casa de mis padres, siempre hacemos nuestro asadito, con choripán y todo. El problema es que acá en Denver no hay muchos argentinos. Pero sí hay un restaurante donde venden choripán, milanesa napolitana, empanadas. No hay mucho, repito, pero sí lo suficiente como para tener la cultura argentina”.
Balboa se encarga de extender las costumbres argentinas entre sus colegas en Colorado Rapids. “Les llevo alfajores a los otros técnicos del equipo y no pueden creer lo ricos que son”.
Aunque está muy conectado con Argentina, tiene un sueño pendiente: quiere ver en vivo un Superclásico. “Hace años que no voy a la Argentina. Con los Sub 14 de Colorado jugamos casi nueve meses al año. Y sumado a mi trabajo con la televisión, no me da tiempo. Pero mi mamá me dijo el otro día que, con casi 80 años, quiere regresar. Y yo también. Me falta ir a ver un River-Boca. Es algo que nunca pude hacer y que tengo en mi lista de pendientes. Sé que llegará el día”.
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