Con el concierto que ofreció anoche en el Estadio de Racing, Wos oficializó la presentación de su último álbum, Descartable. 45 minutos después del horario previsto subió al escenario del cilindro de Avellaneda para comenzar a desandar este repertorio y el de sus discos anteriores, Caravana (2019) y Oscuro éxtasis (2021). Descartable es ese álbum con el que revalidó sus dotes poéticas; esas que venía demostrando en los anteriores y con una destreza para mostrarse como un artista original, quizás como el que mejor enlaza la gramática de la música urbana con la poética de la historia del rock en castellano, específicamente del argentino. Amerita una escucha atenta (probablemente más que la de otros de su generación, aquellos que andan entre los 20 y los 30) y los estadios no son siempre los mejores espacios para esto. En todo caso, eso que tiene para decir -lo ideal es que llegue sin interferencias al público- y el sentimiento mismo de una actuación de estas características, al aire libre y ante miles de fans, es una ecuación que dará un resultado favorable para el cantante, porque la mayoría conoce sus canciones. El público las conoce de principio a fin, pero también estarán aquellos que no saben de memoria los temas y tendrán que decodificar sus versos, en medio de esa mediosa saturación sonora cada vez más habitual en los estadios. En ese sentido, este concierto no fue excepción.
La escenografía industrial que propuso estuvo a tono con la puesta en escena, que comenzó con un grupo de operarios que trasladaban material de construcción. En los primeros temas apareció solo. En realidad, su banda tocaba detrás de una gran cortina. ”Buenas noches, que lindo estar acá. Qué especial está la noche. Cuídense entre ustedes. Cuiden sus cosas. Gracias por este recibimiento”, dijo apenas pasados unos minutos de un show de dos horas y media, ante 40 mil personas.
Hubo potencia arrolladora en esos temas rockeros. Más tarde llegaron aquellas canciones que le fueron dando matices a su recital y mucho texto. Porque de eso se trata la propuesta de Wos. Hubo, en esta producción, más ideas que pirotecnia visual, mas poesía que pantallas y más gente mirándolo a la cara que selfies (aunque, por supuesto, también hubo selfies y muchos chicos que disfrutaron el recital únicamente a través de las pantallas de sus celulares).
También estuvo presente la maestría de Wos para el rap, con ese tono freestyle que le da a su declamación, esa que está improvisada y aquella que no. O ese rap con base de estilo chili peppers, que permite que las palabras salgan como balas de ametralladora y con solo de bajo octavado. Y, por supuesto, además la noche tuvo bastante de ese freestyle más puro, con el que se muestra como un verdadero decano de esa generación que a mediados de la década pasada comenzó a traer nuevos aires a la amplia escena musical. En ese sentido, Wos fue filoso y certero y sin consignas que tuvieran fuertes bajadas de línea, aunque, se sabe, sostiene un discurso que está avalado por una audiencia afín.
Hay, en esa audiencia de Wos, una tendencia política bastante clara. Mayoritariamente anti Milei, por los cantitos que se escucharon en la previa y durante el recital. Si bien esto se escucha desde finales del año pasado en muchos recitales masivos, en éste se notó mucho más. Incluso, las opiniones tuvieron su correlato. Diego, de 42, llegó al cilindro de Avellaneda junto a su esposa, dos hijas y una amiga de las chicas. Todas entre 12 y 14 años. Diego aseguraba que no había ido a “acompañar” a sus hijas sino porque le gustaba. “Wos está muy por arriba del resto. No pensé que me iba a llamar tanto la atención esta música”. Sus hijas decían que tienen algunas preferencias en el repertorio, pero que les gusta especialmente por lo que dicen las letras. “Dicen cosas serias -comentan las tres, casi a coro-. No como otros que están en otra realidad”. Y la música de estadio, en esta familia es un bien compartido. Porque en los dos últimos años fueron al Lollapalooza y el Primavera Sound además de shows como el de Coldplay. Pero, por lo que contaron, el mayor consenso de preferencias estaba en noches como las de ayer, protagonizada por “Wosito” (como lo llama buena parte del público).
Y no fue para menos. En esas 33 canciones y dos horas y media Wos volcó en el cilindro de Avellaneda toda su energía. Siempre con mucha intensidad, con los decibeles más altos, que traen temas como “Que se mejoren”, y aún cuando sonaron canciones como “Arrancármelo”, el himno mundialista para el que solo se necesita su voz y un guitarra.
El objetivo era darle forma de “vivo” a esas canciones del nuevo disco. Por eso, “Nuevas coordenadas”, “Descartables”, “7/8″, “Morfeo” y “Estímulo” se escucharon en el primer tramo del recital. Wos armó su juego sin apelar a las sorpresas, de hecho, algunos invitados ya estuvieron en otros shows que ha dado en grandes escenarios como éste. Pero demostró que la pasión es un sentimiento renovable (y para nada descartable) cuando convocó a Ca7riel para “Niño gordo flaco”, y a Dillom para “Cabezas cromadas”. Otros de sus feat., como el que había hecho con Ricardo Mollo, en “Culpa”, y con Indio Solari en “Quemarás” (publicado en el flamante álbum Descartable) fueron en Racing sutiles participaciones virtuales, sobre la pantalla “extra wide” que Wos tenía sobre el escenario.
Sin embargo, contaba con un as en la manga que reservó para el final y era nada menos que una invitada súper especial que cantó en su disco, Natalia Lafourcade. La cantante mexicana y Wos compartieron en el álbum la bellísima “La niebla” y en Avellaneda tuvo una versión exquisita. Recién después, el protagonista de la noche entró en el segmento final de canciones, otra vez alternando estrenos con los caballitos de batalla que ha cosechado en estos años de carrera: “Púrpura”, “Cambiando la piel”, “Melancolía”, “La cochería” y “Canguro”.