Entre las infusiones beneficiosas para la salud, el té de cebolla es un elixir que ha cautivado a culturas milenarias y lo mantiene hasta estos días su autoridad.
La cebolla se usa como alternativa natural en el tratamiento de diversas afecciones respiratorias, desde sinusitis hasta bronquitis. El poder está en un componente de la cebolla llamado quercetina, que estimula el sistema inmunológico por sus propiedades antiinflamatorias y antivirales.
Contiene un polifenol llamado quercetina, que se asocia no sólo con un mejor rendimiento físico y mental sino, también, con un menor riesgo de contraer infecciones
Además, las cebollas son ricas en vitamina C, sustancia que juega un papel muy importante en el funcionamiento del sistema inmunológico y, al mismo tiempo, ayuda a regenerar otros antioxidantes en el cuerpo.
¿Cómo se prepara el té de cebolla?
Siguiendo el ritual de cualquier infusión, se añaden trozos picados de cebolla al agua hirviendo, luego hay que dejar que repose y colar para disfrutar de un té caliente. Algunos optan por saborizar la mezcla con jengibre, limón, té verde o miel, para sustituir el azúcar.
Es una planta originaria de Persia, donde se la consideraba mágica y sagrada
Aunque no existe una regla sobre la variedad de cebolla, la morada suele ser la preferida por la suavidad de su sabor. En cuanto a las contraindicaciones, indican que si bien no se conocen los efectos secundarios del té de cebolla, su consumo en exceso podría provocar hinchazón y diarrea.
Necesita pleno sol, suelos bien trabajados, no calcáreos y profundos con buen drenaje. Se puede hacer siembra directa en la segunda quincena de abril o bien en almácigo entre febrero y marzo.
La distancia de plantación será de 15cm entre cebollas y de 25cm entre líneas. Para formar el bulbo, la cebolla necesita temperaturas superiores a los 25 grados y días largos, con 12 a 16 horas de luz. Con menos horas de luz sólo produce hojas.