A menudo, cuando se cierra una puerta se abre una ventana. En el caso de Rodrigo Hernández fue así, porque el verano de 2013, cuando el madrileño contaba con 16 años, el Villarreal le hizo una atractiva oferta y abandonó un Atlético que tampoco le prestaba mucha atención porque no terminaba de pegar el estirón. Estaba lejos del 1,91 que mide ahora, pero apuntaba a mediocentro de despliegue, o al menos eso vieron desde el Villarreal en aquel chaval discreto y trabajador.
Llegó a Castellón, donde comenzó a brillar en los juveniles llamando la atención de Marcelino, quien le hizo debutar con el primer equipo. Entonces Rodri se matriculó en Administración y Dirección de Empresas en la Universidad Jaume I de Castellón, y le compró a una señora un Opel Corsa de segunda mano para viajar de Castellón a Madrid a ver a la familia. Lo primero siempre fue una prioridad para él por inquietud intelectual y por ser previsor, «el fútbol no va a estar siempre ahí». De hecho, hasta cogió aviones desde Manchester a Castellón para presentarse a exámenes para acabar la carrera. Lo segundo, lo del Corsa, lo hizo contra la opinión de sus allegados, que le instaron a comprar un coche más robusto para esas idas y venidas a casa. 25 millones pagó el Atlético por repatriarlo al Metropolitano en 2018, aunque de nuevo se despediría del club colchonero. En este caso un año después, cuando Guardiola gastó 70 millones por ficharlo para convertirlo en el líder de su proyecto de Manchester City campeón y en uno de los mejores mediocentros del mundo.
Ni redes sociales ni tatuajes
Llegó a Inglaterra sin hacer ruido, sin tener redes sociales y sin un solo tatuaje en su cuerpo. En su palmarés apenas aparecían un Europeo Sub-19 y una Supercopa de Europa con el Atlético. Nadie sospechaba, quizás ni el propio Guardiola, las enormes posibilidades de aquel chico espigado que comenzó jugando al fútbol sala en el colegio Kolbe de Villanueva de la Cañada, en Madrid. Allí integró en su juego esa forma innata de utilizar el cuerpo para proteger la pelota y no perderla ante la presión rival. Pasó al Rayo Majadahonda y de allí al Atlético, donde pasó cinco años junto a los hermanos Hernández, Theo (Milan) y Lucas (PSG).
En Villarreal se destapó como un compañero divertido de residencia. Concretamente en la residencia UJI, a la que se mudó para compaginar el fútbol con sus estudios de ADE. Tipo chistoso al que le gusta hacer imitaciones y muy resultón micrófono en mano en los karaokes, Rodri llegó a Manchester consciente de que era su gran oportunidad de crecer a la órdenes de Pep. Rodri repasa en su cabeza cada encuentro que juega y no hay noche de partido que no lo termine viendo en casa para repasar lo que debe mejorar. Tanto él como su equipo, algo que luego comparte con Pep.
Se ha hecho tan fundamental en el juego del equipo que cuando ha estado de baja el City ha caído en un bache. «He dicho a los jugadores que tenemos el desafío de ganar sin Rodri», confesaba recientemente el técnico de Santpedor tras enlazar una racha de partidos sin ganar que coincidía con la baja del mediocentro madrileño. Sin Rodri en el campo, el City gana el 52,9% de sus partidos y con él sobre el césped dispara el ratio al 73,3% de los partidos.
Los elogios de Guardiola
En el vestuario del City todos le tienen un respeto reverencial, empezando por Pep: «Cuando llegó era otro tipo de jugador. Desde entonces, ha jugado una gran cantidad de partidos y se ha convertido en uno de los capitanes dentro y fuera del campo. Es un fantástico pivote que aporta en construcción, ataque, defensa… Además cerca del área es muy peligroso. Le encanta llegar a ese último tercio, regatear y rematar. Es muy bueno. Para mi es el mejor».
Su momento culminante llegó el pasado 10 de junio, en la final de Champions ante el Inter. En la primera parte no le salió nada y Guardiola tomó una decisión arriesgada al señalarle ante sus compañeros en la charla del descanso. «El míster me dijo a la cara que estaba mal, que era un líder y que tenía que cambiar la mentalidad en la segunda parte. Pero lo hizo como acicate». La maniobra le salió bien y en el minuto 68 Rodri se sumó al ataque tras una jugada en la que Bernardo Silva ganó la línea de fondo y la pelota salió rebotada al borde del área, donde apareció él. «Lo primero que pensé fue en reventarla, pero al final vi un hueco y decidí ponerla de rosca con el interior por fuera de los defensas». La rosca acabó en la red y el gol le dio la primera Champions de su historia al Manchester City de Guardiola. «El gol tenía que ser Rodri. Es un súperclase», celebró eufórico Erling Haaland, el delantero noruego.
El año, tras ganar la Premier, la FACup y la Champions con el City, concluyó con Rodri conquistando la Nations League con la España de Luis de la Fuente, donde es vicecapitán. Mejor jugador de la final y de la Final Four, Rodri ha llegado a ser este 2023 candidato al Balón de Oro, donde fue finalmente quinto. Un tipo discreto, estudioso, humilde y normal. El antifutbolista.