jueves, 31 octubre, 2024

Pablo Alarcón llevó su espectáculo gratuito de Plaza de Mayo al Congreso: esta vez no quiso pasar la gorra

Vestido como un cosplay de medioevo. Eso parece Pablo Alarcón en el medio de Plaza de Mayo.

A más de un mes de convertirse en el espectáculo a la gorra más promocionada de la historia, y de convocar una multitud en Plaza Francia, el ex galán de televisión hizo una mini gira particular este jueves a la tarde, que empezó en Plaza de Mayo, continuó en Congreso y terminó en las escaleras de Tribunales.

La obra fue la misma, la situación cambió: esta vez no actuó a la gorra, tampoco permitió que le dieran un centavo y, básicamente, actuó para nadie. “Yo hice la convocatoria. No vinieron”. ¿Hablás de público? “No, les mandé mails al presidente Alberto Fernández, a la vicepresidenta y nada, no vinieron. No quieren escucharnos”.

Otra cosa que se modificó, se amplió, es el entorno de corrupción que viene denunciando el actor desde que puso sobre tablas –por llamarlo de alguna manera- El Discurso sobre la servidumbre voluntaria, un monólogo de juglar tardío escrito por un filósofo que vivió en el 1500 llamado La Boétie.

Pablo Alarcón y Augusto Gavilán, con la Casa Rosada de fondo. Fotos Ariel GrinbergPablo Alarcón y Augusto Gavilán, con la Casa Rosada de fondo. Fotos Ariel GrinbergEl monólogo dice, por ejemplo: “¿Cómo puede ser que tantos hombres, tantos pueblos, tantas ciudades, tantas naciones soporten a veces a un tirano solo, que sólo tiene el poder que le dan?”.

Puede entenderse que los votos de Alarcón se renovaron a partir del affaire Yate-Insaurralde-Modelo tallada por un Lotocki.

“Trata sobre el hartazgo de un ciudadano sometido un gobierno corrupto, insaciable, voraz y ladrón”, dice el galán de 77 años, confeso votante de Patricia Bullrich.

La gira de este jueves

Una tela azul que oficia de escenario. Foto Ariel GrinbergUna tela azul que oficia de escenario. Foto Ariel GrinbergEsta vez promocionó la nueva serie de funciones desde sus redes sociales: “5 de octubre, 15 horas frente a la Casa Rosada. Cuatro de la tarde, frente al Congreso. Cinco de la tarde, Tribunales. Acompáñenos, los necesitamos, la Patria sí está en peligro”.

Al principio fue por su falta de trabajo. Denunció que no le alcanzaba ni para para pagar los servicios básicos. Con el correr de las funciones, y la convocatoria, el espectáculo fue cambiando hasta trasformarse en una intervención política.

Arrancó denunciando que “el 99 por ciento de la colonia artística” no tenía trabajo y fue noticia porque, al igual que tantos otros argentinos, encontró una forma alternativa de gambetear su suerte económica, actuando en espacios públicos «a la gorra».

La segunda parada de la gira de este jueves: frente al Congreso. Foto Ariel GrinbergLa segunda parada de la gira de este jueves: frente al Congreso. Foto Ariel GrinbergAlarcón se considera un “laburante“ de la actuación. Con mayor o menor popularidad trabajó en unas 80 ficciones de televisión y unas 30 obras teatrales que lo llevaron de Chéjov a Muscari. En el medio cuenta que hubo una historia de persecución política y exilio.

Las funciones a cielo abierto lo vienen rodeando de un público básicamente opositor al Gobierno. Gente que ve en Pablo Alarcón un modo de protestar sin tener que participar de una marcha.

Frente a la Casa Rosada

Esto es un acto político, sí. El teatro debería ser revulsivo, debería servir para generar un cambio”, le explica a uno de los pocos curiosos que se acercaron.

Había llegado a Plaza de Mayo tipo 14.30. Montó el pedazo de plástico azul que usa para marcar territorio escénico y se lanzó a la pieza que dura unos 15 minutos.

En este contexto político de gobierno un tanto guillotinado, el símbolo, la potencia alegórica que representa Plaza de Mayo quedaba un tanto difusa. Mirabas el balcón y se sentía medio irreal con la resolana de la tarde. Luz de patio de casa chorizo.

Caminando lento, pero pasando casi completamente inadvertido. Así llegó el actor, quien hace poco más de un mes hizo su Luna Park en Plaza Francia, con gorra desbordante de billetes y una verdadera multitud.

Traía el vestuario encima y otra vez estaba acompañado por el músico que lo sigue en esta faena: Augusto Gavilán. A metros del galán maduro se vendían remeras con la cara de Hebe de Bonafini a 2.500 pesos.

Los 77 de Alarcón son impecables. Podría hacer su número o ahora mismo correr una maratón. Se lo ve satisfecho y entregado a su público como nunca en medio siglo carrera. Lo felicitan, le sacan fotos, él posa amable, recibe de regalo un libro. Le preguntan si tiene proyectos en carpeta y responde “esto, esto, pienso seguir haciendo esto…”

Es como si recogiera los frutos de un esfuerzo de años o como si hubiera descubierto que no hay edad para ser Youtuber.

Actuó para un contingente de italianos que lo grababan como si fuera una atracción entre otras. Grababan también al guitarrista folclórico y a un vendedor ambulante de biromes. “¡La Catedrale!”, dijo una y el grupo se fue dejándolo prácticamente solo. Junto a la Pirámide de Mayo. De frente a la Casa Rosada. Ahí actuó.

“La educación es lo único que puede salvar al pueblo”, dijo, con toda la voz en un megáfono. “Los conocemos, sabemos quiénes nos están robando. Conocemos sus nombres”, continuó acaso haciendo una versión libre del texto original.

De Plaza de Mayo al Congreso

A eso de las cuatro de la tarde ya estaba en Plaza Congreso. Más que en la plaza, en la parada del 12.

Frente al congreso y frente a la parada del 12. Foto: Ariel Grinberg. Frente al congreso y frente a la parada del 12. Foto: Ariel Grinberg. -Vino poco público, ¿te molesta eso?

-No, esta vez no lo hago para ganar plata. Ya sabía que en un día laboral, a esta hora, esta iba a ser más o menos así la respuesta.

Venía vestido desde el auto que lo llevó de un lugar a otro. “¡Necesitamos que despierten!”, gritó señalando hacia el edificio de los legisladores. “¡Este gobierno atrajo toda la mierda del reino!” Una señora que lo escuchaba aplaudió. Y se subió al colectivo.

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