Las mujeres del básquetbol femenino buscan un consuelo después del papelón en los Panamericanos
La herida no terminó de cerrar, y es seguro que tardará mucho en hacerlo. En un momento de crecimiento para el básquetbol femenino, el golpe recibido por las Gigantes quedará en el recuerdo y exigirá una profunda mirada hacia adentro. Pero mientras tanto, por doloroso que sea, la competencia sigue y Argentina tiene la chance de lavarse un poco la cara.
Ya fuera de la lucha por las medallas, el seleccionado argentino enfrentará desde las 12.30 a Islas Vírgenes por la última fecha de la primera fase, aunque ya sin chances de meterse en la lucha por las medallas. Desde este viernes, afrontará los partidos para definir la ubicación del quinto al octavo puesto.
Lo que tenés que saber hoy | Las noticias más importantes del día para leer en diez minutos
De lunes a viernes por la mañana.
Recibir newsletter
La idea del equipo ahora es recomponerse lo mejor posible de la bofetada de este miércoles, cuando cayó sin poder jugar ante Colombia debido a lo que la organización definió como “negligencia logística”: la delegación llevó al estadio camisetas azules, idénticas a las del rival, en lugar de las blancas que tenía asignadas.
Las camisetas llegaron, pero cuando ya era tarde. El rival no aceptó postergar el horario del comienzo del encuentro, reclamó los puntos y la organización accedió. De esa manera absurda, las argentinas perdieron la chance de meterse en la pelea por las medallas.
Tras el insólito episodio, el jefe de equipo, Hernán Amaya, y la directora de Desarrollo de básquetbol femenino, Karina Rodríguez, asumieron la culpa y renunciaron a sus cargos. Aunque cuesta creer que la responsabilidad de lo ocurrido se agote en apenas dos personas.
Lima. Enviada especial