Por qué hay que ver a St.Vincent en el Lollapalooza Argentina 2019
“Pasé un año suspendida en el aire/ Mi mente en el limbo, mi cabeza sobre una escalera”, canta Annie Clark en “Pills”, la segunda canción de
Masseduction (2017), sobre un beat de electropop industrial típico de ella, que en este caso incluye un lick de saxo de Kamasi Washington. Es un tema acerca de tomar antidepresivos para superar una época turbulenta, que paradójicamente fue también su época más exitosa: en los últimos años, St. Vincent fue la segunda mujer en la historia (después de Sinéad O’Connor) en ganar un Grammy a Mejor Álbum de Rock Alternativo (por
St. Vincent,
su cuarto disco); grabó un álbum en colaboración con David Byrne; fue parte de la taquillera banda de sonido de la saga Crepúsculo; y también les dio lugar a sus inquietudes más rebuscadas cuando se sumó como corista a Swans, la explosiva banda de noise-rock. “Me la pasé de gira, tratando de mantener el ritmo”, le dijo a Rolling Stone. “Fue como: ‘Dale, dale, dale’. Me estaba volviendo loca.”
En el último tiempo, más enfocada, Clarke se dedicó a traducir sus ideas a un contexto igual de libre pero más pop, como queriendo estar a la altura de las habituales comparaciones con David Bowie. “No me tomo recreos”, dijo sobre el proceso que la llevó a grabar
Masseduction junto a Jack Antonoff (colaborador de Lorde y Taylor Swift). “Hace poco tuitié esta metáfora, pero es real: ‘Para mí, el trabajo es más divertido que la diversión.”
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